Miércoles de Ceniza, jornada de oración y penitencia por todos los sacerdotes de Polonia

Convoca el episcopado del país a raíz del caso del arzobispo Wielgus

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VARSOVIA, martes, 16 enero 2007 (ZENIT.org).- Tras el dramático episodio de la renuncia del arzobispo Wielgus a la sede de Varsovia, constatadas las consecuencias aún vivas del régimen totalitario comunista que padeció Polonia, el episcopado que el miércoles de Ceniza –el próximo 21 de febrero- sea un día de oración y penitencia por todos los sacerdotes del país.

El día previsto para su solemne ingreso en la catedral de Varsovia como arzobispo metropolita –el pasado 7 de enero-, se confirmó que el Papa aceptaba la renuncia de monseñor Stanislaw Wielgus a la citada sede.

Tal renuncia se originó por la declaración afirmativa, por parte del prelado polaco, de su colaboración con los servicios secretos del régimen comunista de Polonia.

El pasado domingo se leyó en todas las iglesias polacas, en las celebraciones eucarísticas, la carta que difundió dos días atrás el episcopado del país reunido en Asamblea extraordinaria en Varsovia.

En ella expresan su agradecimiento a Benedicto XVI por su «paternal ayuda» en esta difícil situación: «Gracias a su decisión y a su actitud estamos mejor preparados para vivir de manera valiente y fructífera este tiempo insólito», confirman.

«El 5 de enero pasado, en el llamamiento dirigido a la comunidad de la Iglesia de Varsovia, el arzobispo Wielgus confirmó el hecho de la recordada implicación y confesó haber perjudicado con ello a la Iglesia, así como de haberlo hecho negando, ante la campaña mediática, los hechos de la colaboración con los servicios de seguridad», dice la misiva.

«Acogemos con respeto su decisión de renunciar al servicio de metropolita de Varsovia –expresan los obispos-. No nos corresponde a nosotros juzgar a la persona, a nuestro hermano, quien durante años ha servido con fidelidad y fervor a la Iglesia, entre otras cosas como profesor y rector de la Universidad Católica de Lublin y después como obispo de Plock».

En cualquier caso, no omiten los prelados su pesar por la «atmósfera de presión» que se había creado en torno al prelado, un ambiente «que no le ayudó a presentar a la opinión pública la adecuada defensa, a la cual tenía derecho».

En cualquier caso «experimentamos una vez más que el tenebroso pasado del período del sistema totalitario que reinó durante décadas en nuestra patria sigue dejándose sentir», denuncian los firmantes: los cardenales, los arzobispos y los obispos reunidos en la sesión plenaria del Consejo Permanente y de los Obispos Diocesanos de la Conferencia Episcopal Polaca.

Su carta a todos los fieles del país advierte de que «sólo un análisis preciso y crítico de todas las fuentes accesibles nos permitirá acercarnos a la verdad».

«Leídos unilateralmente, los documentos preparados por funcionarios del aparato de represión del Estado comunista hostiles ala Iglesia, pueden dañar seriamente a las personas, destruir vínculos de confianza social y en consecuencia transformarse en victoria del sistema inhumano en el que hemos tenido que vivir, después de su sepultura», alertan.

Y observan la facilidad con la que «se olvida que durante el totalitarismo comunista toda la Iglesia en Polonia se opuso continuamente a la constricción de la sociedad y fue oasis de libertad y de verdad».

El camino hacia la reconciliación

Como quiera que sea, «la Iglesia no tiene miedo de la verdad, aunque sea una verdad dura», insiste el episcopado polaco.

Y además de querer estar en la verdad, «se halla ante una gran tarea de reconciliación»; y es que «el pasado no podemos cambiarlo, tanto el glorioso como aquél del que nos avergonzamos», apuntan los prelados.

Por eso hacen un llamamiento «a todas las personas de la Iglesia, sacerdotes y laicos, para que prosigan el examen de conciencia sobre el propio comportamiento durante el período del totalitarismo».

«No queremos entrar en el santuario de la conciencia de nadie -aclaran-, pero invitamos a hacer lo posible para enfrentarse con eventuales hechos y, si es necesario, reconocerlos y confesar de ello la culpa».

Además piden a los gobernantes y a los parlamentarios que aseguren un uso de los materiales hallados en los archivos procedentes de esos tiempos totalitarios «de manera que no dañe los derechos de la persona humana, no degrade la dignidad del hombre y haga posible la verificación de tales materiales por parte de un tribunal independiente».

«Y no se puede olvidar que estos materiales acusan sobre todo a sus autores», recalcan.

También se dirigen los obispos polacos a la generación de jóvenes –que carece de «experiencia directa de la época en la que tuvieron que vivir los mayores»-, a quienes piden que busquen «conocer la ardua y compleja verdad de los tiempos pasados».

«A pesar de todas las sombras, a las generaciones que vivieron en aquellos tiempos, entre éstas también las generaciones de los sacerdotes, a su inflexible combate contra el mal, debemos la conquista de la libertad tras años de una ideología marxista y de modelos de vida política y social que se nos habían impuesto», reconocen.

Como sacerdotes –explican los prelados polacos-, «somos “tomados del pueblo”, somos parte de la sociedad polaca, que por entero tiene necesidad de dar la espalda al mal y de una plena conversión».

De ahí su deseo de que el miércoles de Ceniza, el 21 de febrero, «sea un día de oración y penitencia por todos los sacerdotes de Polonia».

«Que en todas las iglesias de nuestras diócesis se celebren celebraciones de oración a la Misericordia de Dios pidiendo perdón por los errores y las debilidades al transmitir el Evangelio en su totalidad», exhortan.

«Creemos que lo que ahora estamos pasando llevará a una renovación de la Iglesia, a una mayor transparencia y madurez de sus miembros», y «que ayudará a la Iglesia a ser fiel al Evangelio, a buscar en él las soluciones de nuestros problemas y a regenerarse a partir de él para ser fermento de bien y de amor en el mundo», concluyen.

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ZENIT Staff

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