Miles de enamorados juran fidelidad ante la tumba de san Valentín

Galardonado en Terni el cardenal Vinko Puljić

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ROMA, martes 14 febrero 2012 (ZENIT.org).- En la ciudad italiana de Terni, patria de San Valentín, este año fue premiado el cardenal arzobispo de Sarajevo al culminar la fiesta patronal que reunió a miles de enamorados que van a jurar fidelidad ante la tumba del santo, y de personas que festejan allí sus bodas de plata o de oro.

El premio San Valentín 2012

El galardón fue entregado este lunes al cardenalVinko Puljić, arzobispo de Sarajevo, veinte años después del asedio de cuatro años a dicha ciudad, en la que arriesgó su vida en defensa de los derechos de la persona humana. Estuvo preso también por diversas horas de los militares serbios. Entre las personalidades que recibieron dicho galardón figuran el presidente ruso Mijail Gorbachov y la madre Teresa de Calcuta.

Lo entregó el obispo de Terni, monseñor Vincenzo Paglia, y el alcalde Leopoldo Di Girolamo, en el Museo Diocesano de la ciudad.

San Valentín, un amor de dimensión evangélica

“La dimensión del amor valentiniano –ha explicado Mons. Paglia a Zenit- es el evangélico, no para sí mismo pero para los otros: el novio, el conjugue, la ciudad”.

Y recordó que hoy “se realizó un almuerzo en la cárcel porque este amor se da cuenta de las heridas de los hombres y lo levanta de la tristeza”. Un santo, prosiguió que “tiene una dimensión de taumaturgo, que se acuerda de los enfermos, de los débiles, que brinda atención a los novios en un amor sólido y robusto, de un buen pastor que busca el bien de su rebaño”.

“Y lo hace también hoy –concluyó- con la ‘misa de la promesa’ en la que cientos de parejas prometen casarse antes del año”.

De hecho la fiesta de la promesa de los enamorados ha llegado a ser a partir de algunos años una manifestación de grande atracción donde se ve la convocación de parejas de todo el mundo.

Es la fiesta del amor de todos aquellos novios que quieren intercambiar la promesa solemne del matrimonio en el día de San Valentín y en la basílica erigida sobre sus restos mortales. Junto a la solemne ceremonia de la promesa se celebra la de las parejas que festejan las bodas de plata, de oro o un largo período de vida conyugal para confirmar su amor con la nueva promesa solemne de continuar la vida juntos.

Indicaciones biográficas

San Valentín, patrón de la ciudad y protector de los enamorados de todo el mundo nació en Italia, en Terni en el año 175.

Valentín dedicó toda su vida a la comunidad cristiana que se había formado en la ciudad a cien kilómetros de Roma, donde arreciaba la persecución contra los seguidores de Jesús.

El eco de los clamorosos milagros realizados por el santo, llegó hasta Roma y se difundió pronto por todo el imperio, así fue que el papa San Feliciano lo consagró primer obispo de la ciudad de Terni, y todavía hoy conserva los restos mortales.

Cuenta la leyenda que san Valentín fue el primero que celebró la unión entre un legionario pagano y una joven cristiana, prohibida por el emperador.

Durante las persecuciones cristianas, san Valentín fue encarcelado, azotado y martirizado en la vía Flaminia, lejos de la ciudad para evitar tumultos y temiendo represalias de parte de los fieles.

Al cuerpo del obispo de Terni se le dio sepultura apresuradamente en un cementerio al aire libre, colocado en la segunda milla de la vía Flaminia, a poca distancia de Roma. Más tarde tres fieles discípulos lograron exhumar el cuerpo y llevarlo a la ciudad, llamada entonces Interamna para asignarle una sepultura digna para su veneración.

En el calendario romano, el 14 de febrero era el día de la fiesta de la fertilidad, venerando al dios Luperco. El papa Gelasio habría por lo tanto en el 496 aconsejado esta devoción para erradicar la del culto pagano.

El cuerpo de san Valentín está guardado en una urna de plata maciza construida en 1906 y colocada debajo del altar mayor.

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ZENIT Staff

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