PARÍS, 17 septiembre 2003 (ZENIT.org).- El ministro para la Cultura y Comunicación del gobierno francés considera que la ausencia de toda referencia al cristianismo en la futura Constitución europea puede ser vista como una «ingratitud», o incluso «hostilidad».
Así lo confiesa Jean-Jacques Aillagon en una entrevista que ha concedido a la última edición del semanario France Catholique, en la que presenta las Jornadas Europeas del Patrimonio, que se celebrarán del 20 al 21 de septiembre, dedicadas en este año al tema «El Patrimonio Espiritual».
«El cristianismo ha marcado durante siglos la cultura de Europa, es un hecho –reconoce el ministro del gobierno de Jacques Chirac–. El cristianismo ha marcado de una manera sumamente profunda su formación».
Aillagon dice que comprende a quienes se han acogido al principio de laicidad para excluir «una referencia demasiado exclusiva a esta herencia».
Ahora bien, advierte, «querer acallar su carácter específico y su fuerza, desde mi punto de vista puede ser visto como un olvido, una ingratitud, o incluso, como una hostilidad».
«Personalmente me hubiera quedado más satisfecho con una redacción más generosas, más realista, más dinámica», añade.
El ministro considera que este rechazo se debe a una visión parcial de la laicidad.
«La laicidad nunca ha sido la negación de la fe o de la religión, sino el rechazo, en Francia, de una religión de Estado», aclara.
«Esta laicidad crea un espacio neutro que en realidad es un espacio para poder establecer intercambios entre las diferentes creencias. De este modo, permite integrar en el conjunto de nuestro patrimonio cultural las obras de la vida religiosa, las iglesias, las sinagogas, los templos, las mezquitas».
«La gran mezquita de París, por ejemplo, forma parte de nuestro patrimonio nacional –concluye–. Gracias a la laicidad cada quien puede apreciar el conjunto de estas obras, ya sea creyente o no».
