Misión de diálogo de un obispo suizo a Irán y Qatar

Entrevista con el obispo Bürcher, auxiliar de Lausana, Ginebra y Friburgo visitó Irán y Qatar

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GINEBRA, miércoles, 3 mayo 2006 (ZENIT.org).- «Me ha impresionado la calurosa acogida», declara en esta entrevista concedida a Zenit monseñor Pierre Bürcher, obispo auxiliar de Lausana, Ginebra y Friburgo (Suiza), tras haber realizado una visita a Irán y Qatar.

Como presidente del Grupo de Trabajo Islam (GTI) de la Conferencia Episcopal Suiza, el prelado ha visitado Irán para entrevistarse con una delegación de la Organización para la Cultura y las Relaciones Islámicas (ICRO).

La visita alcanzó particular importancia porque se inscribe en un contexto internacional tenso entre Irán y la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA).

–Monseñor Bürcher, acaba de visitar vez Irán y Qatar. ¿Cuál es su impresión?

–Monseñor Bürcher: Me ha impresionado la calurosa acogida de los iraníes y de la gente de Doha. Es proverbial la hospitalidad de Oriente: Irán y Qatar han confirmado esta fama. Son dos países muy diferentes, desde muchos puntos de vista. Estos días, Irán está bajo los focos de la actualidad internacional. Qatar ha multiplicado con éxito hasta ahora las reformas, incluso en cuanto al diálogo interreligioso. He notado que allí todo es esperanza.

–Del 17 al 24 de abril, usted estuvo en Irán, donde mantuvo varias entrevistas con personajes musulmanes de alto nivel. ¿Cuál es su balance?

–Monseñor Bürcher: Sí, numerosas entrevistas con musulmanes pero también con las minorías cristiana, judía y zoroastriana. El diálogo interreligioso es más urgente que nunca. Es todavía demasiado pronto para hacer un balance de los encuentros que hemos tenido, pero creo poder decir que hemos hecho progresos. Además del diálogo institucional, indispensable, los contactos en la base son también importantes.

–La amenazas estadounidenses se hacen cada vez más explícitas. ¿Cuál es el ambiente en Irán?

–Monseñor Bürcher: Al no hablar el farsi, me resulta difícil saber lo que piensa el hombre de la calle. Pero no he tenido la impresión de estar en un país en estado de sitio. Por el contrario, estas amenazas tienen el efecto de reforzar la cohesión nacional en Irán. El nacionalismo parece importar más que la religión. Un profesor estadounidense me decía que se sentía bien acogido por los iraníes, a pesar de la política del Gobierno de su país.

–¿Cuáles son sus proyectos en relación al diálogo interreligioso con Irán?

–Monseñor Bürcher: Para nosotros, era el segundo encuentro con el ICRO, tras la visita e esta institución musulmana en Suiza, el año pasado. Hicimos juntos el comienzo del camino. Se editará un libro en farsi y en inglés con las intervenciones de esta sesión y la de septiembre de 2005. Tras nuestra próxima sesión del Grupo de Trabajo «Islam» de la Conferencia Episcopal Suiza, haremos una evaluación de este encuentro y decidiremos cómo seguir adelante.

–¿Cómo fue su contacto con los cristianos de Irán?

–Monseñor Bürcher: Para todos los miembros de la delegación, fue una gran alegría poder encontrarnos con las comunidades cristianas de Teherán e Ispahan.

Los cristianos de Irán son un ínfimo porcentaje de la población. Con los judíos y zoroastrianos, son minorías religiosas reconocidas. Participamos en una celebración de la misa en rito asiriocaldeo. Me impresionó el clima orante y el número de jóvenes presentes. Sin embargo, la situación política y religiosa no es muy favorable para ellos. Se ven empujados a la emigración.

Puedo añadir que la libertad religiosa no se limita a la libertad de culto. Irán como Suiza han reconocido el derecho a la libertad religiosa que implica «la libertad de tener o adoptar una religión o una convicción de su elección, así como la libertad de manifestar esta religión o convicción, individualmente o en común, tanto en público como en privado, por el culto y el cumplimiento de ritos y prácticas, y la enseñanza». En la actualidad, todos estos derechos no están siendo respetados.

–Usted participó a continuación en el «triálogo» islámico, cristiano y judío en Doha, Qatar. ¿Qué puede decirnos?

–Monseñor Bürcher: Los trabajos de la cuarta Conferencia de Doha sobre el diálogo interreligioso tuvieron lugar del 25 al 27 de abril, bajo el patrocinio de su alteza el jeque Hamad bin Khalifa Al Thani. El ministro Asuntos Exteriores subrayó que la regla principal de los tres libros santos es la de creer en un solo Dios lo que exige una relación fundada en el respeto mutuo.

El ministro qatarí precisó que el diálogo interreligioso supone antes que nada claridad y no polémica, y añadió que el descubrimiento del otro y el diálogo son necesarios para la coexistencia en un mundo en el que reine la seguridad y la paz.

Entre quienes intervinieron, estaban el ministro egipcio de Culto Mahmoud Hamdi Zaqzouq, el arzobispo Georges Saliba y el rabino Samuel Sirat, que se congratularon de la iniciativa de Doha y subrayaron que la paz no se puede dar sin diálogo, y que el progreso no se puede realizar en medio de los conflictos.

–Monseñor Bürcher, ¿por qué tanto interés por el diálogo interreligioso?

–Monseñor Bürcher: Estoy convencido de que el actual proceso de globalización galopante no debe consistir en la oposición de unos contra otros. El diálogo interreligioso es actualmente una disuasión en el proceso que implica violencia, extremismo y terrorismo. Debemos crear espacios de diálogo entre las diferentes capas de la sociedad moderna contemporánea. La paz y la justicia mundiales tienen ese precio.

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ZENIT Staff

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