Misionero en Brasil, hermano de santa Gianna Beretta, rumbo a los altares

Iniciado el proceso diocesano de beatificación de fray Alberto Beretta

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SÃO PAULO, lunes, 30 junio 2008 (ZENIT.org).- Un hermano de santa Gianna Beretta, fray Alberto Beretta, misionero italiano en Brasil durante 33 años, es también «ejemplo del ideal de santidad».

Así comentó con Zenit el obispo emérito de Grajaú (Maranhão, norte del Brasil), monseñor Serafim Spreafico, la apertura del proceso diocesano de beatificación de fray Alberto, que tuvo lugar el 10 de junio pasado en Bérgamo, Italia.

«Son dos hermanos espectacularmente importantes para el mundo de hoy, ejemplos extraordinarios de fraternidad, de familia santa», subrayó desde Roma el obispo capuchino italiano, también misionero en Brasil, donde desempeñó el servicio episcopal.

Monseñor Serafim, siendo obispo, convivió en Grajaú directamente durante dos años con fray Alberto, antes de que éste volviera a Italia por motivos de salud. «En total –relata el obispo–, entre Brasil e Italia, fueron veinte años de familiaridad».

Natural de Milán, donde nació en 1916, Alberto Beretta era ya médico y cirujano cuando se ordenó sacerdote, en el seno de la orden de los Frailes Capuchinos, en 1948. En 1949, desembarca en Brasil con el fin de trabajar como misionero.

Su hermana, santa Gianna Beretta (1922-1962), médica y madre de familia, fue canonizada por Juan Pablo II en 2004. Gianna aceptó el riesgo de morir para no abortar a la hija que llevaba en su seno. 

El Papa Karol Wojtyla la recordó en la ocasión como «una sencilla pero especialmente significativa mensajera del amor divino».

Según relata monseñor Serafim, durante siete años Gianna Beretta se preparó para ser enviada como misionera a Brasil. Su fragilidad ante el clima caliente impidió que viniera a trabajar al lado del hermano sacerdote.

«En la dimensión espiritual, ella fue y es misionera en Brasil, tanto que en el país se produjeron los dos milagros que la elevaron al catálogo de los santos», afirma el obispo. Sobre su convivencia con fray Alberto, monseñor Serafim relata que era «un testigo de las bienaventuranzas». «Fue testigo de la presencia de Dios junto a cada persona, desde el inicio hasta el fin», afirma.

Monseñor Serafim recuerda un episodio al lado de fray Alberto. «Él estaba rezando desde hacía algún tiempo junto al sagrario cuando llegué. Entonces me preguntó: ¿será que en el cielo estaremos más próximos a Dios de lo que estamos aquí, en este momento, junto al sagrario?». 

«Confieso que me quedé sorprendido por la forma tan sencilla con que me preguntó aquello, su sencillez en vivir la presencia de Dios». 

«Entonces le respondí que sí, que en el cielo estaríamos sumergidos en Dios, como dice santo Tomás. En aquel momento, en silencio, el volvió a rezar». 

El obispo confiesa a Zenit que siempre se encomienda a la intercesión de santa Gianna y fray Alberto.

«Como mis diocesanos, siéndolo santa Gianna en la dimensión espiritual, los dos hermanos me deben obediencia. Entonces les rezo para que concedan muchas gracias y santidad a la Iglesia en Brasil», concluye el obispo.

Por Alexandre Ribeiro, traducido del portugués por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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