Misioneros en Mozambique denuncian el intento de desestabilizar la labor religiosa en Tete

Últimos casos: sacerdote y voluntaria asesinados, y ataques a congregaciones en la provincia

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MAPUTO, lunes, 13 noviembre 2006 (ZENIT.org).- «Un acto brutal orientado a intimidar y desestabilizar las Instituciones Religiosas en la provincia de Tete»: así interpreta el padre Carlos Giovanni Salomão, SJ (Superior Regional de los Jesuitas, en Mozambique) el reciente asesinato de un sacerdote y de una voluntaria en el lugar.

El sacerdote jesuita brasileño de 69 años, el padre Waldyr dos Santos, y la voluntaria de la Asociación portuguesa «Laicos para el Desarrollo» -Idalina Neto Gomes, de 30 años- fueron asesinados el 6 de noviembre, de madrugada, en el país africano.

El provincial de la Compañía de Jesús de Portugal comunicó el suceso: un grupo de hombres armados había asaltado la residencia de Angonia, en la provincia mozambiqueña de Tete, asesinando al sacerdote y a la voluntaria, según difundió desde Roma el servicio de información de los jesuitas.

En el ataque además resultaron heridos el padre Mario J. de Almeida, portugués de 37 años, y el hermano José Araújo de Andrade, mozambiqueño de 76. Los asaltantes huyeron en el automóvil de la comunidad (7 noviembre 2006).

La Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos ha difundido un comunicado –fechado el 9 de noviembre- del superior regional de los Jesuitas en Mozambique a raíz de esta tragedia. «Es justo aclarar que la muerte del padre Waldyr y de Idalina no se trató de ninguna manera de un ajuste de cuentas, como han dado a entender algunos medios de comunicación», subraya.

«Se trató de un acto brutal -advierte- dirigido a intimidar y desestabilizar las Instituciones Religiosas en la provincia de Tete, y específicamente las obras que la Compañía de Jesús está desarrollando a favor de la población de Angonia, sobre todo en el terreno de la evangelización, de la educación, de la salud y de los proyectos sociales que se orientan al desarrollo y al bienestar de esa población que tanto ha sufrido».

El padre Carlos Giovanni Salomão recuerda que «la Compañía de Jesús tiene una larga historia de comunión con la población del altiplano de Angonia, alternando momentos de profunda alegría con otros de profunda tristeza».

«Siempre nos hemos preocupado de conservar la fidelidad y el respeto por la cultura de la población local. Es justo afirmar que los cristianos siempre han reconocido y correspondido en todo momento a nuestras intervenciones», puntualiza.

Igualmente recuerda que «un buen número de jesuitas, además, han dado la vida por el Evangelio», entre ellos «Miguel Ferreira da Silva, que en el cumplimiento de su labor murió en el intento de construir una iglesia para la población de Macanga», o los sacerdotes «João de Deus y Silvio Moreira, que bañaron con su sangre la tierra por amor y fidelidad a la población que amaban».

A ellos se suma «el padre Cirilo Moisés Mateus, quien dio su vida por su pueblo y del que el 11 de noviembre se cumplieron cinco años de su muerte».

«En los momentos más difíciles para el pueblo mozambiqueños, cuando muchos marcharon al exilio a Malawi por la guerra civil, la Compañía de Jesús se quedó con la población en el exilio, ofreciendo toda la asistencia posible en los campos de refugiados, para después celebrar con ellos su regreso a casa, tras los acuerdos de paz, firmados en Roma», reuerda el jesuita.

Así, «no nos dejaremos intimidar por un acto cobarde y violento», asegura el padre Carlos Giovanni Salomão.

«Pedimos a todos -añade- que colaboren con el gobierno de la República de Mozambique para detener esta oleada de violencia que devasta el país».

Y es que, según el jesuita, «este año, sólo en al provincia de Tete, los religiosos (Combonianos, Hermanas de San Vicente y Jesuitas) han sido víctimas de cinco ataques».

«Una pregunta que preocupa a nuestros corazones es el por qué de la violencia contra los religiosos sólo en esta provincia», admite.

«Esperamos que la sangre de Waldyr y de Idalina ayude a producir frutos espirituales que sólo Dios Padre puede hacer brotar con su inmensa generosidad y misericordia», concluye.

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ZENIT Staff

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