Misioneros latinoamericanos asesinados en 2003

Colombia paga el precio más elevado, con seis muertes

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 24 marzo 2004 (ZENIT.org).- La muerte de seis misioneros en Colombia durante el año 2003 hace que este país se convierta en uno de los más peligrosos, junto a la República Democrática del Congo (donde murieron ocho) y Ruanda (también seis).

Es una de las constataciones que se desprende de la lista de los 35 misioneros asesinados el año pasado, actualizada por la agencia Fides, con motivo de la Jornada de los Misioneros Mártires, celebrada este miércoles.

Entre los sacerdotes asesinados en Colombia, se encuentra el padre Nelson Gómez Bejarano, de 52 años, párroco de la Parroquia-Santuario de la Medalla Milagrosa en Armenia (Colombia). Perdió la vida en la casa parroquial el 22 de marzo 2003 durante un intento de robo.

Un supuesto robo parece ser también la causa del asesinato del padre Jairo Garavito, de 36 años, a quien unos delincuentes le quitaron la vida el 15 de mayo 2003 en la casa parroquial Yerbabuena de Chia (región de Cundinamarca, Colombia) para robar. El sacerdote murió asfixiado ya que los malhechores lo ataron y amordazaron.

El padre Saulo Carreño, de 38 años, originario de Guacamayas (Boyacá), párroco de Saravena (en Arauca, Colombia), fue asesinado el 3 de noviembre. También murió una empleada del hospital local, Maritza Linares, que estaba en el coche con el. El asesinato, atribuido a grupos que trabajan fuera de la ley por el control de esta zona petrolera, ocurrió cerca del hospital Sarare, en la carretera que va de Saravena a Fortul.

El padre Henry Humberto López Cruz, originario del Líbano (Tolima), de 44 años, párroco de Villavicencio, capital de la región de Meta, en Colombia central, fue asesinado a puñaladas en la casa parroquial en la noche del 3 de noviembre. Su cuerpo apareció atado a una silla.

El padre José Rubín Rodríguez, colombiano, de 51 años, párroco de La Salina (Casanare, Colombia), fue secuestrado el 14 de noviembre y asesinado en una zona rural Tame (Arauca, Colombia). Su cuerpo fue encontrado el 21 de noviembre.

Entre los misioneros caídos en el ejercicio de su labor en América Latina, se encuentra el padre Taddeo Gabrieli, religioso capuchino, de 73 años, italiano. Fue asesinado de dos navajazos el 19 de julio del 2003 en Emperatriz (Estado de Maranhao, Brasil) por una persona a la que quería ayudar, aparentemente bajo los efectos del alcohol y la droga.

La agencia Fides registra también el asesinato de José Castillo, voluntario laico venezolano, asesinado el 27 de agosto del 2003, mientras viajaba con su mujer e hijo en un coche, hacia Tinaquillo (Machiques-Venezuela)

En la lista aparece también el padre William De Jesús Ortez, de 32 años, párroco de la Catedral de Santiago en la diócesis Santiago de Maria (El Salvador), asesinado con arma de fuego dentro de la Iglesia la tarde del 5 de octubre 2003. También Jaime Noel Quintanilla, de 23 años, sacristán del templo, fue asesinado junto al sacerdote.

El padre José Maria Ruiz Furlan, de 69 años, guatemalteco, asesinado el domingo 14 de diciembre con arma de fuego, cerca de su parroquia de la Ciudad de Guatemala, en una zona pobre y poblada, constituye el último de la lista de los misioneros latinoamericanos asesinados en 2003. Era muy conocido entre la gente por su lucha apasionada en defensa de los derechos humanos y su trabajo en favor de las clases menos favorecidas.

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ZENIT Staff

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