Monrovia: La supervivencia de la población, cuestión de días

El vicario general insiste en que no se dilate más el envío de una fuerza de paz

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MONROVIA, 27 julio 2003 (ZENIT.org).- El vicario general de la diócesis de Monrovia, el sacerdote salesiano Harry O’Brien, ha difundido en la mañana de este viernes la angustiosa petición de una fuerza de paz en el país, cuya ausencia significará la catástrofe para la población liberiana.

El padre O’Brien es la máxima autoridad eclesial presente en Liberia en este momento, dado que el arzobispo Michael Francis se encuentra en Gran Bretaña. «Ayer, los países del África Occidental anunciaron el envío de tropas a Liberia dentro de una semana: ¡es demasiado tarde!», recogió Misna.

«Aquí, en Monrovia, es cuestión de días la supervivencia de miles de desesperados que vagan sin rumbo por la ciudad en busca de agua potable, alimentos y un lugar seguro donde refugiarse de las bombas», advirtió.

«Sólo el fin de los combates –aseguró– permitirá prestar asistencia a la pobre gente, verdadera víctima de esta tragedia».

A dos kilómetros de Mamba Point –el barrio occidental en el que están situadas las principales embajadas extranjeras–, el salesiano relató el ataque que lanzaron por la mañana los rebeldes del LURD –«Liberianos Unidos para la Reconciliación y la Democracia»–, el más violento bombardeo desde que reanudaron su ofensiva para derrocar al presidente Charles Taylor.

«Lo que ocurre en esta zona es dantesco: ¿cómo se puede bombardear un punto donde se han amontonado miles y miles de personas? ¡Cada golpe de mortero se convierte en una masacre!», denunció.

Mientras, continúan los enfrentamientos entre los hombres del LURD y las tropas gubernativas en los alrededores de los dos puentes que cruzan el río Mesurado. Si los rebeldes lograran atravesarlos, llegarían directamente al corazón político y económico de la capital liberiana.

«Se necesita una intervención internacional inmediata. Insisto, ¡inmediata!», subrayó el padre O’Bryan describiendo que si escapan de las bombas o los proyectiles, los liberianos mueren de hambre. De hecho, la lucha entre el puerto y el resto de la ciudad han interrumpido la conexión entre esos dos puntos y, en consecuencia, la posibilidad de la distribución de ayuda humanitaria.

«¡Venid en ayuda de Liberia! Incluso un pequeño contingente de 500 hombres bastaría. Representaría una señal política clara para los rebeldes y el gobierno, pero sobre todo daría un poco de esperanza a esta gente que ya no tiene nada», concluyó.

«Si se permite una escalada de la violencia en Liberia, la paz y la estabilidad tan costosamente alcanzadas en Costa de Marfil y Sierra Leona podrían verse fácilmente perdidas», alertó por su parte el secretario general de Cáritas Internacional, Duncan MacLaren, en una carta que envió este viernes al secretario general de la ONU, Kofi Annan.

En su misiva, MacLaren se hizo eco de la convicción manifestada por la propia Cáritas de Liberia en el sentido de que «la paz sólo será posible con la entrada de fuerzas externas que puedan imponer y garantizar un “alto el fuego” en todo el país».

El texto de la carta también llama la atención del secretario general de la ONU sobre la extensión del hambre que está comenzado a registrase en ese país africano, así como del riesgo real de que se produzca una epidemia de cólera.

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ZENIT Staff

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