Monseñor Migliore: el miedo al “boom demográfico” era infundado

El observador vaticano ante la ONU pide que se garantice el bien de los niños

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NUEVA YORK, viernes, 16 octubre 2009 (ZENIT.org).- Garantizar el bienestar de los niños es “fundamental para asegurar que las generaciones futuras puedan saber rechazar la pobreza y la mortalidad infantil como vestigios históricos más que como una realidad cotidiana”. Lo dijo el observador vaticano ante la ONU, monseñor Migliore, ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York.

El arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante la ONU, intervino sobre este tema en la 64 sesión de la Asamblea General de este organismo, en la conmemoración del 15 aniversario de la conferencia internacional sobre Población y Desarrollo (ICPD), celebrada en El Cairo en 1994.

La renovación de los esfuerzos para responder a la salud integral y a las necesidades sociales de la comunidad, observó, implica “tener en cuenta las necesidades sociales, culturales y espirituales de todos”, sobre todo de los más vulnerables.

Cuando los estados se reunieron en El Cairo en 1994, reconoció monseñor Migliore, muchos de ellos “tenían la impresión de que se verificaría una explosión demográfica que habría obstaculizado la posibilidad de lograr un adecuado desarrollo económico global”.

Quince años después se ha constatado que esta percepción era “infundada”.

En muchos países desarrollado el crecimiento de la población “ha disminuído hasta el punto de que algunos legisladores nacionales está ahora impulsando un aumento de las tasas de natalidad para asegurar un crecimiento económico continuado”.

Numerosos países pobres, por su parte, han experimentado un crecimiento “con tasas anteriormente no alcanzadas”, y el mayor desafío al desarrollo “no es la explosión de la población sino la irresponsable gestión económica a nivel mundial y local”.

“El ingenio humano y la capacidad de las personas de colaborar –añadió el prelado–, han demostrado además que los hombres son ‘el mayor recurso mundial’”.

La conferencia internacional sobre Población y Desarrollo, constató el observador permanente, “ha subrayado la necesidad de que los estados promuevan y refuercen a la familia como elemento fundamental para producir un mayor desarrollo social y económico”.

“La presencia cada vez mayor de las mujeres en el mercado de trabajo ha causado nuevos desafíos para la familia y las mujeres, tanto en el sector laboral como en casa”, añadió.

“La explotación sexual y económica, el tráfico de mujeres y jóvenes y las prácticas discriminatorias en el mercado laboral han desafiado a los gobiernos a promover y aplicar políticas para poner fin a estas injusticias y a sostener a la familia en sus responsabilidades”.

En su intervención, el prelado habló también de las políticas demográficas, recordando que deben tener en cuenta las necesidades de los migrantes como parte de la “responsabilidad global de poner a la persona humana en el centro de todas las políticas de desarrollo”.

Demasiado a menudo, subrayó, las migraciones son consideradas “una consecuencia involuntaria de la globalización” y los estereotipos negativos sobre los migrantes son usados para “promover políticas que tienen un efecto deshumanizador”.

Por esto, el arzobispo exhortó a reconocer “los beneficios compartidos de las migraciones”, subrayando el hecho de que los migrantes “a menudo proporcionan competencias necesarias a los países de destino, asegurando al mismo tiempo un precioso apoyo a sus países de origen”.

Del mismo modo, pidió “afrontar las razones que están en la base de las migraciones y aprobar políticas que defiendan del tráfico a los migrantes”.

Según el arzobispo Migliore, el llamamiento de la ICPD a una enseñanza de calidad “sigue siendo el medio más eficaz para promover un desarrollo económico, social y político sostenible”.

“Es superfluo decir que el acceso a la enseñanza para mujeres y niños a todos los niveles está en el centro del refuerzo de las mujeres en la sociedad y de la promoción de la igualdad entre los sexos”, añadió.

Para el prelado, afrontando el papel del ICPD sobre salud materna se han realizado, “demasiado a menudo” intentos de “promover una noción de salud sexual y reproductiva que va en detrimento de la vida humana no nacida y de la necesidad de las mujeres y de los hombres en la sociedad”.

“Sugerir que la salud reproductiva incluye un derecho al aborto viola explícitamente el lenguaje de la ICPD, desafía los estándares legales y morales en las comunidades locales y divide los esfuerzos para afrontar las necesidades reales de madres y niños”, concluyó.

Por Roberta Sciamplicotti, traducido del italiano por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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