Monseñor Robert Sarah: el hombre, principal lugar de misión

Habla el secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos

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ROMA, martes 17 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- El principal lugar de misión es el hombre. Así lo afirma monseñor Robert Sarah, arzobispo emérito de Conakry (Guinea Bissau) y secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.

En una entrevista a Radio Vaticano, el prelado explicó que “la misión ad gentes, hoy, es en todas partes” y que “las Iglesias jóvenes, los pueblos jóvenes necesitan redescubrir a Jesucristo”.

“Ya no se trata de territorios, sino que tenemos que es al hombre a quien tenemos que volver a llevar a Dios”.

“Hoy, el hombre vive sin Dios, o quiere vivir sin Dios – prosiguió –. Y sin embargo, tiene necesidad de Dios, porque sin Dios no podemos vivir. Por tanto, existen hoy territorios a los que llevar el Evangelio, pero creo que hoy el lugar más importante es el hombre”.

Monseñor Sarah señaló los temas centrales de la plenaria de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, reunida del 16 al 18 de noviembre en la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma, para reflexionar sobre el tema “San Pablo y los nuevos areópagos”

“Hemos mirado sobre todo a la vida de san Pablo, que deberá ser nuestro modelo – afirmó al respecto – Lo primero sobre lo que queremos insistir es el sacerdote, que debe ser él también un amigo enamorado de Cristo para poder llevar este amor a los demás., Si no está convencido, no podrá ser misionero”.

“Esto quiere decir que deben hacer de todo para encontrar a Cristo – prosiguió –: y este es el principio esencial porque, como dice san Juan en su primera carta, ‘lo que hemos contemplado, lo que hemos tocado con nuestras manos, lo anunciamos’”.

“Por tanto, es necesario hacer experiencia personal de Cristo para poder llevarle a los demás – añadió monseñor Sarah –. Como san Pablo, que encontró a Cristo, que fue ‘aferrado’ por Cristo de modo que no se puede separar de él”.

“Hemos visto también muchos lugares en los que debemos insistir en llevar la Palabra de Dios, el Evangelio: la familia, los medios de comunicación, las grandes bolsas de pobreza en el mundo, es decir, esos lugares donde la política debe ser evangelizada; la economía”.

Con todo, no es solo el sacerdote quien tiene que ser misionero, sino todo cristiano: “Es importante la formación en los seminarios, pero también la de todo el pueblo de Dios”.

“Significa – explicó – dar a cada uno la posibilidad de conocer la Palabra de Dios, de conocer la Biblia. No sólo conocerla a nivel intelectual, sino intentando vivir la Palabra de Dios en su vida, en su compromiso, en su familia etc.”

El prelado puso de manifiesto la necesidad de “una formación más profunda, no sólo intelectual, sino espiritual, de los catequistas”, que constituyen “el apoyo más importante para el misionero” especialmente en los países de evangelización reciente

Es importante también que los seminaristas sean “no sólo expertos, sino personas que han descubierto a Cristo”.

“No hay que hacer del sacerdocio una profesión, sino verdaderamente un compromiso con Cristo que me envía a llevar su amor a otros lugares: a los hombres”, concluyó.

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ZENIT Staff

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