Monseñor Tauran: la guerra en Irak cuestiona el Derecho Internacional

El conflicto generará todo tipo de extremismos, advierte

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ROMA, 26 marzo 2003 (ZENIT.org).- El inicio del conflicto en Irak arroja dos conclusiones: falta de respeto del Derecho internacional e incapacidad de los hombres para aprender de la experiencia de la historia, según el secretario de la Santa Sede para la relación con los Estados.

Según el arzobispo Jean-Louis Tauran, no se puede considerar que el trabajo de Juan Pablo II para evitar la guerra haya sido inútil, porque «la Santa Sede es una “potencia moral”» y «debe ser la voz de la conciencia», afirmó en una entrevista concedida a la última edición de la revista italiana Famiglia Cristiana .

«Hemos recordado el bien supremo de la paz, la defensa de la vida, la defensa de los derechos humanos y especialmente la necesidad de recurrir siempre al derecho», explicó monseñor Tauran.

Ello ha motivado la reflexión, pero «la decisión pertenece a los responsables de la sociedad», quienes «deben establecer si el momento de la diplomacia ha concluido». «Es su responsabilidad y está por en medio su conciencia –añadió–. Nosotros hemos intentado iluminar la conciencia de los responsables».

Sin embargo, insistió: «Nunca es tarde para recordar la importancia de hacer prevalecer la fuerza del derecho sorbe el derecho de la fuerza. Esta es la tarea de la diplomacia. Y ha sido y es mi tarea».

En el orden jurídico, «tenemos todo lo que se necesita para resolver de forma pacífica las controversias entre los pueblos», subrayó el prelado. «Me pregunto si se han aprovechado todos los recursos del derecho internacional».

Por otro lado, puesto que nadie desconoce las consecuencias de una guerra, monseñor Tauran mostró su desconcierto ante «la incapacidad de los hombres de aprender de la historia reciente». «¿Cómo es que entramos en el Tercer milenio con otra guerra?», cuestionó.

De acuerdo con el arzobispo, otro de los efectos preocupantes de la situación actual es el hecho de haber debilitado la ONU, algo «muy grave», puesto que «es el único instrumento que tenemos para regular la vida de las naciones».

La ONU «es el resultado de las experiencias trágicas de la segunda guerra mundial», recordó el prelado. «Si no hallamos algo mejor, debemos proteger este instrumento».

Otro de los problemas que han surgido es la falta de unidad en Europa. «Debería haber una diplomacia y una defensa común –reconoció monseñor Tauran–. Pero no estamos en una situación desesperada. Creo que un día lo conseguiremos».

El secretario de la Santa Sede para la relación con los Estados advirtió también de que «esta guerra generará todos los extremismos posibles, también el islámico».

«De ello todos debemos ser conscientes –continuó–. Provocará terrorismo y ocasionará una gran herida al diálogo entre cristianismo e Islam porque, desgraciadamente, en el mundo islámico existe la tendencia a identificar Occidente con el cristianismo».

«Juan Pablo II ha hablado muchas veces del respeto hacia el Islam: todos oramos al único Dios misericordioso. Esperemos que las declaraciones de Su Santidad tranquilicen al Islam. Sin embargo, el riesgo sigue siendo muy grande», concluyó.

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ZENIT Staff

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