Nace la figura del animador de la comunicación en las diócesis y parroquias

El periodista italiano Fabrizio Mastrofini explica la iniciativa

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ROMA, viernes, 26 mayo 2006 (ZENIT.org).- Con el objetivo de lograr una mayor presencia y dinamismo en los medios de comunicación, la Iglesia católica en Italia ha creado la figura del «animador de la comunicación y la cultura».

Se trata en general de laicos, que reciben una formación específica, que tiene por objetivo sensibilizar a las parroquias y diócesis en el desafío de evangelizar estando presente en los medios de comunicación y en la vida cultural.

La figura surgió del documento «Comunicación y misión», publicado en octubre de 2004 por la Conferencia Episcopal Italiana.

Ahora acaba de publicarse en este país un manual práctico sobre esta figura que lleva por título «El animador de la comunicación y de la cultura» («L’animatore della comunicazione e della cultura», ediciones Paoline).

Con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que se celebrará el próximo domingo 28 de mayo, Zenit ha entrevistado a su autor, Fabrizio Mastrofini, periodista de «Radio Vaticano», profesor de comunicación del Instituto de Teología «Claretianum» de Roma.

–¿La figura del animador de la comunicación y la cultura es una invención italiana?

–Mastrofini: Nace de la exigencia de intervenir en los medios de comunicación de manera específica y de ofrecer orientaciones. Es una invención italiana en el sentido en que ha sido creado en el marco del «Proyecto Cultural», lanzado por la Conferencia Episcopal Italiana hace más de diez años. La idea es reevangelizar la cultura pero también adquirir la capacidad orientar en materia de comunicación, tanto dentro como fuera del ambiente católico.

–El «animador», ¿es un agente pastoral que se incorpora a la Oficina de Comunicación?

–Mastrofini: El animador es una figura que debe estar presente en cada parroquia, sumándose e integrándose con otras existentes, como la del catequista o la del animador de grupos, para ocuparse también de la formación en comunicación de los formadores. Naturalmente, a nivel diocesano, debe estar en relación con las oficinas de comunicación.

–¿Cómo es posible crear en cada parroquia y a todos los niveles «antenas de verdad»?

–Mastrofini: ¡Es el verdadero problema! Hace falta un párroco que lo quiera, que comprenda la urgencia de formarse en comunicación, que sepa hacer crecer la comunicación interna entre los diversos elementos de la parroquia. El verdadero desafío está aquí: acabar con los compartimentos cerrados y valorizar el patrimonio de actividades, de ideas y de experiencias. Usando también todos los medios y todos los recursos existentes para enviar un mensaje al exterior, un mensaje positivo. Y aprendiendo cómo se puede comunicar de modo eficaz.

–Este animador debe tener muchas competencias: informáticas, musicales, comunicativas, artísticas, socioculturales… ¡parece una figura imposible de hallar en una sola persona!

–Mastrofini: Claro, el ideal sería tener en cada parroquia un pequeño grupo de tres o incluso cuatro animadores que puedan actuar juntos y cada uno con su área de competencia. El verdadero problema no es encontrar a los animadores, porque hay jóvenes voluntariosos e interesados. El verdadero problema es que se dé espacio a esta figura.

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ZENIT Staff

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