Nigeria, el “gigante de África” no tiene paz

Nuevos enfrentamientos entre cristianos y musulmanes desangran al país

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ABUYA, viernes 2 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).-Violentísimos enfrentamientos entre cristianos y musulmanes han provocado en Jos, en Nigeria central, el final del ayuno islámico o Ramadán. Según las últimas informaciones, los disturbios en la capital del estado de Plateau, provocaron, el pasado lunes 29 de agosto, al menos una veintena de muertos y unos cincuenta heridos, a los que se añadieron el martes 30 de agosto otras diez víctimas. También decenas de coches, casas y negocios han sido destruidos e incendiados.

Aunque no se conocen los motivos concretos de los incidentes, según los medios de comunicación locales, entre los que está el periódico The Vanguard, el pandemónium comenzó con una discusión entre grupos de jóvenes cristianos y musulmanes. “Se ha tratado de un desacuerdo entre un grupo de musulmanes que se estaba dirigiendo a un área particular y un grupo de cristianos que se encaminaba al mismo lugar para rezar. Comenzaron a discutir sobre a quién pertenecía ese lugar”, relató a la agencia Fides (30 de agosto) el arzobispo de Jos, monseñor Ignatius Ayau Kaigama, aunque a su vez afirmó no conocer todos los detalles.

Durante todo el mes de agosto la tensión interreligiosa ha sido altísima en el estado de Plateau. Según Compass Direct News (28 de agosto), durante una serie de ataques fueron asesinados unos 24 cristianos en distintos pueblos. Entre el 11 y el 15 de agosto fueron asesinados seis cristianos en el pueblo de Ratsa Foron y 10 en el de Heipang, de los cuales nueve eran de la misma familia. Otras seis víctimas se confirmaron el 21 de agosto en la localidad de Kwi, Loton y Jwol.

Según los testigos, los extremistas musulmanes fueron ayudados por los soldados de la Special Task Force (STF), desplegados en la región para proteger a la gente. “Llevaban uniforme del ejército. Conozco a algunos de ellos que vinieron junto con los musulmanes para atacarnos”, contó una mujer, Nnaji John, que ha perdido a su familia en uno de los ataques. “Puedo jurar sobre Dios Omnipotente que el ataque fue realizado con el apoyo de los soldados, los he visto”, dijo.

También el gobernador del estado, Jonah Jang, acusa al ejército y exige su retirada inmediata. “Estoy convencido de que la crisis religiosa del país está contaminando a las fuerzas armadas”, declaró Jang. “Antes, el personal militar se quedaba en los cuarteles, ahora las fuerzas armadas han comenzado a tomar partido en esta crisis religiosa y, si no se les llama al orden, la situación será peligrosísima para el país”, advirtió.

La situación en el estado de Plateau y en particular en la ciudad de Jos -conocida antiguamente como la “ciudad de la paz” por la serena convivencia entre cristianos y musulmanes, pero que en los últimos diez años ha sido escenario de enfrentamientos religiosos y étnicos- refleja el creciente nivel de inseguridad que afronta el país más poblado de África, cuya población se podría duplicar en 2050 con más de 300 millones de habitantes (SlateAfrique, 31 de agosto).

La violencia ha afectado también a la capital federal Abuya, golpeada la semana pasada por un atentado suicida. El pasado viernes 26 de agosto un coche lleno de explosivos y conducida por un kamikaze consiguió eludir las medidas de seguridad y se lanzó contra la sede de las Naciones Unidas provocando 23 víctimas y más de 80 heridos. El grupo extremista anti-occidental Boko Haram reivindicó el atentado con una llamada telefónica a la BBC.

Mientras que el pasado 21 de agosto, es decir cinco días antes del atentado, las autoridades arrestaron a dos miembros del grupo, el miércoles 31 de agosto acusaron a una tercera persona de haber proyectado la tragedia. “La investigación ha revelado que un tal Mamman Nur, conocido miembro de Boko Haram cercano a Al Qaeda, que volvió recientemente de Somalia, ha organizado el ataque contra el edificio de las Naciones Unidas en Abuya”, se lee en un comunicado de los servicios de seguridad, pidiendo a los ciudadanos que colaboren aportando información que pueda conducir al arresto del fugitivo (BBC, 31 de agosto).

No es la primera vez que el grupo, definido como los “talibanes de Nigeria”, ataca un objetivo sensible en el corazón de la capital nigeriana. Hace dos meses y medio fue también el responsable del atentado contra la sede central de la policía federal, en el que murieron al menos una decena de personas (Cfr. ZENIT, 19 de junio).

Para hacer callar de una vez por todas al grupo fundamentalista, en julio de 2009 las autoridades llevaron a cabo un duro ataque contra la sede del grupo en la capital del estado septentrional de Borno, Maiduguri, matando al jefe Mohammed Yusuf y a casi 780 seguidores. La sanguinaria ofensiva no ha servido para nada, “sólo ha reforzado su virulencia y su peligrosidad”, como observa SlateAfrique. Los militantes del grupo, que se han relacionado con Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y con el infame movimiento somalí de los al-Shabaab, son capaces de atacar en cualquier estado nigeriano, incluso en el corazón de Abuya.

El grupo está menos aislado de lo que se piensa. Según el experto Tunde Fatunde, una parte de la élite del norte musulmán apoya “secretamente” al movimiento porque no ha aceptado todavía la victoria de Goodluck Jonathan – un cristiano del sur – en las elecciones presidenciales del pasado abril. La vieja oposición norte-sur, que ya fue el origen de la guerra del Biafra (1967-1970), es palpable en Nigeria, como lo demuestran las palabras de un alto funcionario del estado de Kano, Musa Bello. “Los sudistas tienen el poder económico. Si les damos el poder político ¿qué nos queda?”, dijo a Slate Afrique.

Para el arzobispo de Abuya, monseñor John Olorunfemi Onaiyekan, el último atentado de Abuya es “un suceso muy triste que provoca una profunda preocupación”. “No sabemos adónde quieren llegar estas personas y me pregunto qué fuerzas están detrás de estos hechos. Esperamos una respuesta adecuada por parte del gobierno para detener estos actos violentos”, declaró el prelado a Fides (27 de agosto).

El sultán de Sokoto, Sa’adu Abubakar III, ha rechazado rotundamente el atentado. “Nosotros condenamos seriamente este acto”, dijo en un mensaje a la “ummah” o comunidad musulmana de Nigeria (The Vanguard, 31 de agosto). “Hacemos un llamamiento a todos los que están implicados en este acto a que teman a Dios y desistan de cometer actos similares”, continúa la más alta autoridad musulmana de Nigeria, que condenó “vehementemente” la violencia en Jos. “Ha llegado el momento de que el gobierno impida la repetición de este tipo de violencia en el país”, afirmó el sultán.

De estas palabras se hace eco el arzobispo de Jos. “Es verdaderamente deprimente y vergonzoso recibir todos los días noticias de ataques con bombas y de actos violentos en diversas partes del país. Todo esto es cuanto menos alarmante. Esta situación interpela a las autoridades civiles en primer lugar, ya que deben garantizar la seguridad”, dijo el prelado a Fides (30 de agosto). “Los nigerianos se sienten tristes y sienten vergüenza por la violencia continua. Como obispos seguimos haciendo un llamamiento a las autoridades para que cumplan con su deber y a los ciudadanos a que adopten el diálogo como vía para resolver los conflictos”.

En un comunicado publicado el miércoles 31 de agosto, monseñor Kaigami recordó además el quinto mandamiento, el de no matar: “No matarás es un mandamiento tanto en el cristianismo como en el Islam”, afirmó el prelado (Fides, 31 de agosto), añadiendo que “cuchillos, arcos y flechas, rifles, explosivos y bombas no traerá la solución deseada, de hecho, sólo han aumentado el odio mutuo que culmina en una cosecha desastrosa de muerte y miseria».

Como si n
o bastase la violencia del hombre, tampoco el mal tiempo deja de castigar a Nigeria. Las intensas lluvias que durante días están cayendo en las regiones suroccidentales del “gigante de África” -como se conoce a Nigeria- han causado, según la BBC (31 de agosto), al menos 102 víctimas. “La lluvia ha sido tan abundante que ha destruido muchas casas y son numerosas las víctimas”, contó en una breve entrevista a Radio Vaticano (1 de septiembre) el arzobispo de Ibadan, monseñor Félix Alaba Adeosin Job. “El gobierno está intentando ayudar a los que han perdido sus casas a causa del desastre y nosotros estamos haciendo lo posible para atender a los afectados por este grave suceso”, continuó.

Por Paul De Maeyer. Traducción de Carmen Álvarez

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ZENIT Staff

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