No es posible ser discípulo de Cristo sin evangelizar, aclara el Papa

En diálogo y con pleno respeto por los demás

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 20 diciembre 2007 (ZENIT.org).- No es posible ser discípulo de Jesucristo sin ser «misionero, mensajero del Evangelio», aclara Benedicto XVI.

Así lo explicó en el discurso que dirigió a sus colaboradores en el Curia romana con motivo de la Navidad en el que repasó algunos de los grandes acontecimientos eclesiales de 2007, como la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, celebrada en Brasil sobre el tema: «Discípulos y misioneros de Cristo; para que en Él tengan la vida».

En su amplio análisis el pontífice recalcó la importancia del testimonio de la evangelización, subrayando al mismo tiempo la necesidad del diálogo y del pleno respeto de las creencias de los demás.

«Es indiscutible que todos tenemos que convivir y cooperar en la tolerancia y en el respeto recíprocos», aclaró, y la Iglesia católica «se compromete en esto con gran energía».

En este sentido, recordó la carta que le enviaron el 13 de octubre 138 líderes religiosos musulmanes «para testimoniar su compromiso común en la promoción de la paz en el mundo».

«Con alegría he respondido expresando mi adhesión convencida a estos nobles propósitos, , subrayando al mismo tiempo la urgencia de un compromiso común para la tutela de los valores del respeto recíproco, del diálogo y de la colaboración», dijo en alusión a la respuesta que ha enviado a los representantes musulmanes (Cf. Zenit, 29 de noviembre de 2007).

«El reconocimiento compartido de la existencia de un único Dios, Creador y Juez universal del comportamiento de cada uno, constituye el requisito para una acción común en defensa del efectivo respeto de la dignidad de todas las personas para construir una sociedad más justa y solidaria», observó.

El Santo Padre se preguntó, por tanto, si esta voluntad de diálogo y de colaboración significa que «ya no podemos transmitir el mensaje de Jesucristo, si ya no podemos proponer a los hombres y al mundo esta llamada y la esperanza que deriva de ella».

«¿Es todavía lícito evangelizar hoy? ¿No deberían más bien todas las religiones y concepciones del mundo convivir pacíficamente y tratar de hacer juntas lo mejor por la humanidad, cada una a su manera?», preguntó.

El obispo de Roma respondió indicando que «quien ha reconocido una gran verdad, quien ha encontrado una gran alegría, debe transmitirla, no puede guardársela».

Dones tan grande, de hecho, «nunca son destinados a una sola persona».

En Jesucristo «ha surgido para nosotros una gran luz» y «no podemos ponerla bajo el celemín, sino que tenemos que elevarla sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en casa».

«Para llegar a su cumplimiento, la historia tiene necesidad del anuncio de la Buena Nueva a todos los pueblos, a todos los hombres».

La evangelización, por tanto, se plantea como un elemento fundamental también hoy, dijo, explicando los motivos de la publicación de la reciente «Nota doctrinal acerca de algunos aspectos de la evangelización» de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

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ZENIT Staff

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