No olviden a los hambrientos de Corea del Norte

Declara el responsable de Caritas para el país sojuzgado por el estalinismo

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SEÚL, martes 10 enero 2012 (ZENIT.org).- Un misionero de Maryknoll, director de los programas de Caritas Corea, para el Norte, pidió que las tensiones provocadas por los cambios políticos en la cúpula dirigente del régimen estalinista de Corea del Norte no repercutan en la ayuda humanitaria a los millones de hambrientos de este país.

«Nuestra esperanza es que las tensiones políticas no detengan la ayuda humanitaria a los millones de hambrientos del Norte», dijo a la agencia Fides el padre Gerard Hammond, misionero de Maryknoll y director de los Programas del Norte en Cáritas Corea.

El misionero, quien visitó Corea del Norte treinta veces desde los años 90 del siglo XX, dijo: «En esta temporada, la crisis se agudiza y la ayuda es urgente». Caritas ha llamado la atención mundial sobre los millones de personas que sufren en Corea del Norte, mientras que el mundo se centra en los retos y los posibles cambios del nuevo líder norcoreano Kim Jong-un.

En los últimos días, Caritas Internacional ha publicado un llamamiento a la comunidad internacional para que no descuide “a millones de personas que padecen hambre en el país asiático». Las inundaciones, un duro invierno, la infraestructura agrícola deficiente y el aumento de precios de los alimentos han dejado a dos tercios de la población total (24,5 millones) sin alimentos suficientes.

En diciembre, el secretario general de Caritas Internacional Michel Roy mantuvo una reunión en Seúl para dialogar sobre la crisis alimentaria en Corea del Norte, y planificar estrategias de intervención. «La desnutrición ha dejado a niños, mujeres embarazadas y personas ancianas tan débiles que, cuando llegue una nueva crisis, su impacto será aún más peligroso. El imperativo humanitario es que la gente de Corea del Norte reciba ayuda y no sea rehén de la geopolítica», dijo Roy.

Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA) sólo el 6% de las familias en el Norte tienen una alimentación aceptable.

«Cáritas Corea –dijo el padre Hammond- sigue programas de ayuda humanitaria, seguridad alimentaria, sanidad, centrándose sobre todo en tres categorías principales de personas más vulnerables: mujeres, niños y ancianos». El misionero espera que «la comunidad internacional tenga en cuenta la crisis humanitaria en el Norte,» y que «la ayuda a las personas que padecen hambre no sea politizada». La próxima misión de Caritas en el norte tendrá lugar probablemente en primavera.

Por otra parte, informa desde Seúl AsiaNews, el régimen norcoreano anunció este martes una “gran y benevolente amnistía” para el próximo 1 de febrero. La medida, que beneficiará a un número indeterminado de presos, ha sido pensada para celebrar el centenario del nacimiento de Kim Il-sung y el 70 aniversario del de Kim Jong-il. El actual dictador Kim Jong-un, tercer hijo de Jong-il, es el promotor de la iniciativa.

Una fuente coreana explicó a AsiaNews que la amnistía “sirve para consolidar el poder del nuevo líder, pero sobre todo se inscribe en los festejos por el centenario de Il-sung. Estos debían ser la prueba de fuego del heredero: el padre, muerto de repente el 17 de diciembre, le había encargado un proyecto urbanístico justo para el aniversario. El joven estaba a punto de fracasar en el empeño y, para hacerlo olvidar al resto del gobierno, ha optado por abrir las cárceles”.

En las prisiones de Corea del Norte, según algunas ONG internacionales, hay encerradas al menos doscientas mil personas; otras fuentes hablan de quinientas mil. En el país, el último régimen estalinista del mundo, uno puede ser enviado a un campo de trabajos forzados incluso sólo por no haber desempolvado las imágenes del líder que por ley hay que tener en cada casa. Los poquísimos cristianos que quedan son considerados traidores a la patria y sufren más que los otros las vejaciones de la cárcel.

De todos modos, concluye la misma fuente, “la amnistía no es un premio sino quizá una condena. Por lo que sabemos, la situación alimentaria en el país ha empeorado tras la muerte del ‘querido líder’ y los soldados, para mantener el control del poder, han asumido una actitud cada vez más prepotente. Sobre todo en las provincias lejanas de la capital vige la ley del más fuerte, y esto nos preocupa mucho a todos: Jong-un podría querer demostrar al ejército que es él el más fuerte”.

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ZENIT Staff

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