No se detiene la violencia extremista en Pakistán

La ley antiblasfemia, un pretexto contra las minorías religiosas

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ROMA, miércoles 20 de abril de 2011 (ZENIT.org).- En Pakistán, es suficiente el testimonio de una presunta profanación del Corán o de una blasfemia contra el profeta Mahoma para provocar la enésima violencia de los musulmanes contra la comunidad cristiana. Quien osa levantar la voz y denunciar la injusticia, termina siendo objetivo de los extremistas. Lo confirman las noticias llegadas del país asiático el pasado fin de semana.

Como cuenta la agencia Fides (18 de abril), en la ciudad de Gujranwala, al norte de la capital de la conflictiva provincia del Punjab, Lahore, una multitud de musulmanes exaltados realizó, el pasado domingo 17 de abril, un ataque contra la United Pentecostal Church impidiendo a la “comunidad aterrorizada” celebrar el Domingo de Ramos. Mientras que muchos fieles fueron golpeados y maltratados en el ataque, que se concluyó -ironías del destino- con el arresto de 12 cristianos, el objetivo, según las fuentes de Fides, era el pastor de la iglesia, Eric Issac. Culpable de haber pedido la liberación de dos cristianos arrestados el viernes 15 de abril en el pueblo cristiano de Aziz Colony (o Azizabad Colony), en los alrededores de Gujranwala. Se trata de Mushtaq Gill, miembro de la iglesia presbiteriana y vicepresidente del Christian Technical Training Center (CTTC) en Gujranwala, y de su hijo Farrukh Gill, diplomado y dependiente del National Bank de Pakistan.

Mientras que el sábado 16 de abril sucedieron otros incidentes vinculados al asunto, según la reconstrucción de los hechos publicada el lunes 18 de abril por el Compass Direct News, el caso de los Gill explotó el viernes después de la oración, cuando un grupo de musulmanes se reunió ante la casa de la familia, acusando a Farrukh Gill de haber profanado el Corán y blasfemado contra Mahoma. La prueba de la presunta profanación eran algunas páginas quemadas de un ejemplar del libro sagrado del Islam y una nota, en la que el mismo Farrukh habría confesado haber profanado el libro. La carta habría sido encontrada por un joven musulmán -casualmente- frente a la casa de la familia cristiana.

La manifestación ante la casa Gill estuvo a punto de degenerar. La intervención de la policía, que arrestó y puso en custodia “para protegerlos” a los dos cristianos, evitó lo peor. Como cuenta el Express Tribune (17 de abril), algunos manifestantes intentaron quemar la casa. Según el periódico pakistaní, que también habla de la huida de varios centenares de familias cristianas del pueblo de Aziz Colony, las acusaciones realizadas contra Mushtaq e Farrukh Gill, no son nuevas. La historia de las hojas quemadas del Corán, afirma el periódico, ya fue usada hace dos o tres meses.

Todo esto hace pensar que se trate de una puesta en escena. El mismo inspector de policía que está investigando el asunto, Muhammad Nadeem Maalik, admitió que las acusaciones eran infundadas. “Las investigaciones preliminares demuestran que el señor Gill y su hijo Farrukh son inocentes”, dijo a Compass. “Parece un asunto bien orquestado, porque los responsables eligieron la hora de la oración para llevar a cabo su plan”, continuó Maalik, que explicó que podría tratarse de “envidias y viejas enemistades”. De esto también esta convencido el pastor local, Philip Dutt, que conoce a la familia desde hace varios años y vive en el mismo barrio. “Las acusaciones son completamente infundadas”, destacó a su vez el pastor. “Alguien ha conspirado claramente contra la familia Gill”, afirmó Dutt según Compass.

Aunque se sabe que los dos son inocentes, la policía ha escrito (aunque después ha puesto bajo sello) el llamado “First Information Report” o denuncia de la violación de la infame ley sobre la blasfemia, en concreto los artículos 295-B y 295-C del Código Penal pakistaní. Las enmiendas al Código Penal introducidas en 1986 durante la dictadura del generale Mohammad Zia-ul-Haq (1924-1988) prevén la pena capital para los culpables del ultraje con respecto al Profeta. Según las fuentes de Compass Direct News, los dos miembros de la familia Gill fueron liberados más tarde por la policía, para ser arrestados de nuevo, después de las protestas enérgicas de la comunidad musulmana.

Mientras tanto, se ha creado una comisión compuesta por 8 personas (6 musulmanes y 2 pastores cristianos) para resolver la cuestión, que deberá tener listas sus conclusiones el próximo viernes; todo este asunto demuestra que la ley pakistaní de la blasfemia en manos de los extremistas, constituye un arma muy peligrosa contra las minorías religiosas. “Este caso es un ejemplo típico de como cristianos y musulmanes continúan siendo imputados de blasfemia con acusaciones falsas”, declaró Sohail Johnson, de Sharing Life Ministry, a Compass.

Por fortuna, esta infame estrategia no siempre funciona. La policía ha liberado este fin de semana (por motivos de seguridad el hombre ha sido trasladado a un lugar secreto) a otro cristiano, Arif Masih, arrestado el pasado 5 de abril en el pueblo de Chak Jhumra, en la diócesis de Faisalabad. Acusado falsamente de haber arrancado páginas del Corán, ha sido la Fundación Masihi la que ha conseguido su liberación; esta fundación también asiste a Asia Bibi, la primera mujer pakistaní condenada el pasado noviembre a la pena de muerte por una presunta blasfemia. Como informaron las fuentes, la Fundación Masihi, consiguió recoger 50 “affidavit»” (declaraciones o testimonios bajo juramento) de personas -la mayoría fieles musulmanes-, que confirmaron la inocencia de Arif. Detrás de la denuncia de blasfemia se sospecha -con la complicidad de la policía local- la venganza personal por parte de un musulmán, cuya familia había perdido recientemente la batalla legal por una cuestión de propiedad de un territorio contra la familia Masih (Compass Direct News, 15 de abril).

Según lo revelado por el Pakistan Christian Post (19 de abril), la organización Human Rights Focus Pakistan (HRFP) está denunciando esta situación “crítica” de los cristianos en Pakistán. Los casos de blasfemia -destacó este grupo pro derechos humanos- no culpan sólo a las personas directamente imputadas, también a sus familias, a sus pueblos, incluso a la comunidad cristiana entera. Para el HRFP, las leyes sobre la blasfemia son “totalmente discriminatorias”. Aunque si todavía no se ha ejecutado a ningún cristiano en nombre de esta ley, las víctimas son muchas, demasiadas. Además, el grupo ha advertido que en Gujranwala, los fundamentalistas han organizado una gran manifestación para el viernes 22 de abril. Se teme que ataquen las “colonias” o los pueblos cristianos así como el Christian Technical Training Center (CTTC) de Mushtaq Gill.

Por Paul De Maeyer. Traducción del italiano por Carmen Álvarez

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ZENIT Staff

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