No todo son malas noticias para la paz

No faltan las tendencias positivas, según constata un estudio

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ROMA, domingo, 14 enero 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI indicaba en su homilía del día de Año Nuevo que es más necesario que nunca trabajar junto en un esfuerzo de promoción de la paz.

El Papa hizo este comentario durante la misa celebrada en San Pedro en la que se celebraba no sólo la solemnidad de María, Madre de Dios, sino también la Jornada Mundial de la Paz.

Buenas noticias para la paz
En medio de las oraciones por la paz, el Human Security Brief 2006, publicado poco antes de Navidad, contiene algunas noticias esperanzadoras.

A pesar de la constante información sobre los conflictos de Irak y de algunos lugares de África, la situación general revela, según el informe, una disminución de los conflictos.

El estudio ha sido publicado en Canadá el 21 de diciembre por el Human Security Center, con sede en la Universidad de la Columbia Británica. Confirmando un informe previo publicado en el 2005, el centro afirmaba que entre el 2002 y el 2006 el número de guerra había descendido de modo significativo.

Entre las buenas noticias estaban los siguientes puntos:

— El número de conflictos armados descendió de 66 a 56 en el periodo 2002-2005. El cambio más importante de este periodo tuvo lugar en el África subsahariana. Durante el mismo el número de conflictos entre estados descendió de 13 a 5. El número de conflictos internos, los que se luchan entre clanes y milicias, cayó de 24 a 14.

— Las muertes en batalla descendieron en casi un 40% en el mismo periodo, aunque el informe advertía la falta de confianza de las estadísticas.

— Ha continuado el descenso tras la Guerra Fría en los genocidios y matanzas en masa de civiles. En el 2005, el único caso de genocidio fue Darfur. En 1989 hubo 10.

— Finalizan más guerras mediante acuerdos negociados, en lugar de luchar hasta el final.

— El número estimado de personas desplazadas en todo el mundo descendió de los 34,2 millones a los 32,1.

— El número de golpes militares y de intentos de golpes de estado cayó de 10 en el 2004, a sólo 3 en el 2005.

Malas noticias
Sin embargo, no todos los resultados del informe son positivos.

— El África subsahariana ha sido la única región en la que han disminuido los conflictos. Algunas otras regiones han experimentado un aumento. De hecho, Asia Central y del Sur son ahora las regiones más afectadas por los conflictos. Y otras regiones como Oriente Medio también han sufrido un aumento de la violencia.

— Los ataques terroristas internacionales se han multiplicado por tres en el periodo 2002-2005, multiplicándose por cinco las muertes. La mayoría de este aumento se debe al conflicto de Irak.

— Aumentan las campañas de violencia organizada contra civiles. El informe explicaba que a pesar de haberse extendido el miedo por los riesgos de los ataques terroristas, el número de civiles muertos en conflictos o genocidios ha descendido de forma notable desde la guerra fría.

Además, fuera de Oriente Medio y del Sur de Asia el número de ataques terroristas sigue descendiendo. El informe también observaba que si se lo compara con los conflictos armados el terrorismo mata relativamente a poca gente. Las muertes civiles por el terrorismo sumaron 2.546 de media al año desde 1998. En contraste el número de muertes en conflictos entre estados sumaba 60.000 año en el periodo 1998-2005.

Cómo terminan las guerras
Una sección del informe analiza la tendencia a que se ponga a fin los conflictos por medio de la negociación, en vez de que una parte desbanque a la otra en combate. Entre el 2000 y el 2005 no menos de 17 conflictos se terminaron mediante la negociación, y sólo 4 por medios violentos.

Estos resultados, sostenía el informe, confirman el éxito de los esfuerzos llevados a cabo en los últimos años para poner fin a los conflictos mediante negociaciones y fuerzas de pacificación, patrocinadas a menudo por las Naciones Unidas.

No obstante, el uso de la negociación y los esfuerzos de pacificación tienen una desventaja. Los conflictos que terminan a través de negociaciones duran más de tres veces más que los que acaban por combate, y es dos veces más probable que vuelvan a comenzar en los cinco años siguientes.

El Human Security Center comentaba que los críticos de la negociación sostienen que con frecuencia la negociación no hace más que proporcionar una pausa a los combatientes para prepararse a luchar más. El informe observaba que las negociaciones no son la causa de la prolongación de los conflictos, puesto que en muchas hostilidades ninguna de las partes es capaz de derrotar a la otra, por lo que la negociación es la única forma de resolver el tema.

Además, aunque sigue siendo demasiado pronto para dar un análisis definitivo de la situación, los acuerdos negociados últimamente parecen estar mejor formulados y ser más estables. En el periodo 2000-2005, sólo dos de los 17 acuerdos negociados fallaron.

La persona humana
Si es cierto que se deben hacer mejoras en la reducción de conflictos, es necesario también prestar más atención a la dignidad de la persona humana. Este es el argumento central del Mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero. Con razón el texto lleva el título «La Persona Humana, Corazón de la Paz».

«Estoy convencido de que respetando a la persona se promueve la paz, y que construyendo la paz se ponen las bases para un auténtico humanismo integral», indicaba el Papa en el párrafo inicial.

Al ser creado a imagen de Dios, cada individuo tiene la dignidad de persona. Al mismo tiempo, estamos llamados a una alianza con nuestro Creador, que trae consigo la responsabilidad de amar y contribuir al progreso del mundo.

La paz, explica el mensaje, es, en parte, un don de Dios, manifestado en la creación y en nuestra redención por Cristo. Pero es también una tarea de cada uno de nosotros, que requiere que contribuyamos con nuestra respuesta personal. Si tomamos como base el respeto a la dignidad de cada persona, esto significa que hemos de reconocer los derechos de cada una.

Esto comienza, continuaba Benedicto XVI, defendiendo el derecho a la vida en todas sus
fases.

Otro derecho fundamental es la libertad religiosa. «El derecho a la vida y a la libre expresión de la propia fe en Dios no están sometidos al poder del hombre», indicaba el Papa (No. 4).

Otros puntos planteados en el mensaje incluyen la necesidad de reducir las desigualdades en el acceso a las necesidades materiales básicas y los derechos humanos. El Pontífice también animaba a mejorar las condiciones de las mujeres y a asegurar el respeto de su dignidad.

El mensaje también advertía en contra de ideas sobre la naturaleza del hombre que fomentan la hostilidad y la violencia. Otro peligro proviene de las concepciones de Dios que respaldan la violencia y la hostilidad. «Cuando una cierta concepción de Dios da origen a hechos criminales, es señal de que dicha concepción se ha convertido ya en ideología» (No. 10).

Benedicto XVI volvía después a uno de sus temas más recurrentes, el peligro del relativismo. Un concepto débil de la naturaleza humana hace débiles los derechos humanos. Nada puede ser absoluto si su fundamento es relativo.

Sin poner el fundamento en nuestra naturaleza como personas los derechos se dejan al capricho de las prioridades cambiantes y de las presiones sociales. Es, por ello, importante, recomendaba el Papa, que las Naciones Unidas no pierdan de vista el fundamento de los derechos humanos.

«Eso los pondría a salvo del riesgo, por desgracia siempre al acecho, de ir cayendo hacia una interpretación meramente positivista de los mismos», afirmaba el Santo Padre (No. 13).

Las esperanzas de paz dependen de un mayor respeto por los principios mor
ales fundamentales.

Por el padre John Flynn

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ZENIT Staff

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