Nota vaticana alienta a no rendirse ante el divorcio

Publicada por el Consejo Pontificio para la Familia

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CIUDAD DEL VATICANO, 11 noviembre 2002 (ZENIT.org).- Ante el aumento del número de divorcios la peor respuesta sería rendirse, afirma una «Nota» publicada por el Consejo Pontificio para la Familia, en la que constata que el divorcio no es sólo una cuestión legal, sino ante todo una fuente de sufrimiento para la pareja, los niños, y sus seres queridos.

De todos modos, afirma el documento del organismo vaticano, presidido por el cardenal Alfonso López Trujillo, la mayoría de las familias aún vive «una unión firme y fiel», incluso en los países donde es más fuerte el problema de las parejas en dificultad.

La «Nota» recoge los argumentos más importantes afrontados por la última asamblea plenaria del Consejo Pontificio para la Familia, que se celebró del 17 al 19 de octubre sobre el tema «Pastoral familiar y parejas en dificultad».

No hay que olvidar esta realidad positiva, escribe el Consejo Pontificio para la Familia, sin ocultar que «la precariedad del vínculo conyugal es una de las características del mundo contemporáneo: no excluye a ningún continente ni ambiente social y hace frágil a la sociedad».

El comunicado, al constatar la creciente «mentalidad divorcista» que «debilita a los esposos», explica que «rendirse sin luchar es algo demasiado frecuente». «El divorcio no es sólo una cuestión jurídica –afirma–; no es una ‘crisis’ que pasa, sino que incide en el ser humano»; es un problema «de relación destruida», que «marcará para siempre» a cada miembro de la familia. «Es causa de empobrecimiento económico, afectivo y humano».

En particular, la «Nota» vaticana trata de salir en defensa de los más indefensos ante estas rupturas, los niños.

El Consejo atribuye esta situación ante todo a la «cultura de ambiente», en un mundo cada vez más secularizado: el desmembramiento de las familias por estrecheces económicas, la «falsa concepción de la libertad, el miedo al compromiso, la práctica de la cohabitación, la ‘banalización del sexo’».

Considera que esta cultura promueve «estilos de vida, modas, espectáculos», que ponen «en duda el valor del matrimonio» y llegan a «propagar la idea de que el don recíproco de los esposos hasta la muerte es algo imposible».

De este modo, subraya, se descalifica a la institución familiar «favoreciendo otros ‘modelos’ de pseudo-familia», que encuentran incluso expresión legal en algunos Estados, incluidas las uniones homosexuales, que piden el derecho a adoptar niños.

El Consejo Pontificio invita a «revalorizar el amor no como felicidad-pasión, sino como proyecto de vida, de integración y de apertura».

Para ello, asegura, se requiere un esfuerzo de reflexión y formación a nivel parroquial y diocesano, y también de los futuros sacerdotes en los Seminarios.

Sintetiza este compromiso de la comunidad eclesial con cuatro verbos: «prevenir, acompañar, apaciguar y volver a poner en marcha».

Todas estas energías, concluye el comunicado, exigen «ser renovadas y guiadas» «porque una crisis superada puede ser el punto de partida para la pareja de una nueva etapa de su historia».

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ZENIT Staff

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