Nota vaticana recuerda que los católicos también son católicos en política

Afronta la relación entre democracia, laicidad, y ética

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CIUDAD DEL VATICANO, 16 enero 2003 (ZENIT.org).- La Santa Sede publicó este jueves una «Nota doctrinal» en la que ilustra los principios fundamentales que deben orientar el compromiso de los políticos católicos, y afronta «algunos puntos críticos» del debate cultural y político actual.

El documento, redactado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, de 18 páginas, aprobado por el mismo Juan Pablo II, apoya decididamente la acción de los creyentes en la democracia, y al mismo tiempo les pide coherencia con sus convicciones.

Por este motivo la «Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política» plantea el desafío que en estos momentos constituye el «relativismo cultural» que aboga por el «pluralismo ético», es decir, por el rechazo de toda verdad absoluta, como «condición de posibilidad de la democracia».

Para el texto, firmado el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y por monseñor Tarcisio Bertone, hasta hace unas semanas secretario de la misma y nuevo arzobispo de Génova, esta concepción relativista del pluralismo «no tiene nada que ver con la legítima libertad de los ciudadanos católicos de elegir entre las opiniones políticas compatibles con la fe y la ley moral natural».

Para el cristiano la vida democrática «tiene necesidad de fundamentos verdaderos y sólidos, esto es, de principios éticos que, por su naturaleza y papel fundacional de la vida social, no son “negociables”», aclara.

El respeto de la persona humana es, según la Nota vaticana, el «principio sobre el que los católicos no pueden admitir componendas, pues de lo contrario se menoscabaría el testimonio de la fe cristiana en el mundo y la unidad y coherencia interior de los mismos fieles».

Por este motivo, deja muy claro que los católicos no pueden colaborar nunca con aquellas leyes que atentan contra la persona.

Es el caso de las leyes civiles en materia de «aborto y eutanasia» («que no hay que confundir con la renuncia al ensañamiento terapéutico, que es moralmente legítima»), de respeto del «embrión humano» y de la «familia, fundada en el matrimonio monogámico entre personas de sexo opuesto y protegida en su unidad y estabilidad, frente a las leyes modernas sobre el divorcio».

«A la familia no pueden ser jurídicamente equiparadas otras formas de convivencia, ni éstas pueden recibir, en cuánto tales, reconocimiento legal», aclara el texto.

Los legisladores católicos defenderán también «la libertad de los padres en la educación de sus hijos», «la tutela social de los menores», «la liberación de las víctimas de las modernas formas de esclavitud», incluida «la droga y la explotación de la prostitución».

El elenco de leyes que afectan a la persona menciona también «el derecho a la libertad religiosa y el desarrollo de una economía que esté al servicio de la persona y del bien común, en el respeto de la justicia social, del principio de solidaridad humana y de subsidiariedad».

Finalmente, los cristianos tendrán que comprometerse al servicio de «la paz», pero alerta ante una visión «ideológica» que «tiende a veces a secularizar el valor de la paz mientras, en otros casos, se cede a un juicio ético sumario, olvidando la complejidad de las razones en cuestión».

El documento, por último, aclara el término «laicidad».

En este sentido, la Santa Sede explica que «la promoción en conciencia del bien común de la sociedad política no tiene nada qué ver con la “confesionalidad” o la intolerancia religiosa».

«Para la doctrina moral católica –subraya–, la laicidad, entendida como autonomía de la esfera civil y política de la esfera religiosa y eclesiástica –nunca de la esfera moral–, es un valor adquirido y reconocido por la Iglesia, y pertenece al patrimonio de civilización alcanzado».

En definitiva, el documento pide a los católicos que sean también católicos en política, constatando que «en circunstancias recientes ha ocurrido que, incluso en el seno de algunas asociaciones u organizaciones de inspiración católica, han surgido orientaciones de apoyo a fuerzas y movimientos políticos que han expresado posiciones contrarias a la enseñanza moral y social de la Iglesia en cuestiones éticas fundamentales».

«Tales opciones y posiciones, siendo contradictorias con los principios básicos de la conciencia cristiana, son incompatibles con la pertenencia a asociaciones u organizaciones que se definen católicas», aclara el documento.

Puede leer la «Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política» en la sección de Documentos de la página web de Zenit (http://www.zenit.org).

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ZENIT Staff

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