Nueva basílica en Fátima podrá acoger a 10.000 peregrinos

Es un proyecto del arquitecto ortodoxo Alexandros Tombazis

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FÁTIMA, 23 noviembre 2003 (ZENIT.org).- El próximo mes de diciembre se pondrá la primera piedra de la nueva basílica de Fátima, dedicada a la Santísima Trinidad, en cuya estructura circular luz y técnica se darán la mano en un proyecto ideado por el arquitecto ortodoxo griego Alexandros Tombazis.

Son cientos de miles los peregrinos que cada año acuden a la explanada y a la basílica portuguesa de Fátima, el lugar donde hace 86 años la Virgen María se apareció por primera vez a los pastorcillos Francisco, Jacinta –beatificados por Juan Pablo II el 13 de mayo de 2000— y Lucía, carmelita que vive actualmente en el convento de Coimbra.

De hecho, unas 10.000 personas asisten regularmente a la misa dominical en la basílica, cuya capacidad es para 900. La mayoría de los fieles permanecen en el exterior.

El creciente número de peregrinos que acuden al santuario de Fátima planteó la necesidad de ofrecerles un lugar de acogida de suficiente tamaño frente a las inclemencias climáticas.

Con este objetivo se convocó hace cuatro años un concurso internacional de arquitectura que ganó el proyecto presentado por el arquitecto griego Alexandros Tombazis, de fe ortodoxa.

Esta circunstancia no ha supuesto ningún obstáculo para proyectar un santuario católico, puesto que «un arquitecto debe saber responder a distintas exigencias», reconoció en una entrevista publicada en «Avvenire» el jueves pasado.

La inauguración del nuevo edificio, que se situará frente a la actual basílica, al otro lado de la explanada, está prevista para el 13 de mayo del 2007, en el 90º aniversario de las apariciones.

En su proyecto, el arquitecto griego sólo se dejó influir por «la amplitud del espacio de la explanada en la que se reúnen 400.000 personas».

«La forma de la plaza, que hacia el centro desciende un poco para levantarse después hacia la basílica, recuerda a una gran ola que se eleva para indicar el infinito –describe Alexandros Tombazis–. En el proyecto he intentado respetar este ambiente y su profundo sentido de paz».

Consciente de que la «arquitectura reelabora la luz y la puede hacer sosegada o dramática», Tombazis ha dado prioridad absoluta a la luz diurna, que caerá en el nuevo santuario desde lo alto, desde la cubierta, y que con ayuda de un sistema computerizado será posible graduar en diversos lugares y con diferente intensidad.

«Por ejemplo, se puede optar por iluminar en especial el presbiterio y la zona del perímetro dejando más en sombra a la asamblea», explica.

De igual forma, sobre el pasillo central, «se abre una serie de lucernarios orientados al norte, de forma que miren simbólicamente al santuario actual –continúa–. Así, el corredor desde la entrada hasta el altar se realzará por una luz particularmente intensa».

«En este proyecto he querido introducir también un espejo de agua que transmita calma y que, al reflejar los colores del cielo, recoja la serenidad que inspira este lugar: una gran plaza en la que vibra el sonido de las campanas como un eco de paz infinita», concluye Tombazis.

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ZENIT Staff

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