Nuevo acontecimiento fundacional de la primera comunidad de Monjas Mínimas en Asia

Con la bendición de la primera piedra de la iglesia del monasterio en Filipinas

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LIPA, martes, 21 junio 2005 (ZENIT.org).- Con la bendición el pasado 22 de mayo, de manos del obispo de Lipa (Batangas, Filipinas) –monseñor Ramon C. Argüelles–, de la primera piedra de la iglesia del monasterio de San Francisco de Paula, la Orden de las Monjas Mínimas abrió una nueva etapa del proceso fundacional de su primera comunidad en Asia.

Tres religiosas de Daimiel (España) fueron las que iniciaron esta fundación en Lipa (cerca de Manila), según relata la comunidad a Zenit.

El propio cardenal Jaime Lachica Sin (fallecido en la mañana de este martes) acogió a las religiosas en 1999 reconociendo que el carisma de la vida mínima –oración y penitencia– lo consideraba muy necesario también en Filipinas.

Además «fuimos muy bien acogidas en la diócesis de Lipa por el obispo, monseñor Gaudencio Rosales, quien pasó a ser arzobispo de Manila sucediendo al cardenal Sin», cuenta la comunidad de Daimiel.

Junto a las tres religiosas españolas, forman actualmente la comunidad en Lipa otras seis filipinas, tres de las cuales ya han profesado.

Con la ceremonia que presidió el obispo Argüelles, la Orden de las Mínimas reconoce que el 22 de mayo –litúrgicamente el domingo de la Santísima Trinidad– se clausuraba una larga etapa de casi seis años y se abría otra nueva en la historia de la fundación de la comunidad contemplativa en Filipinas.

Concelebraron al Eucaristía junto al prelado cuatro sacerdotes: Jonas Palmares –canciller secretario–, Ernesto Mandanas –párroco de la catedral de Lipa–, Joseph Mendoza –párroco local— y el padre Josef Koeltringer –religioso Oblato de San Francisco de Sales–.

Entre las religiosas se encontraban las Hermanas Misioneras del Catecismo (de fundación italiana, ayudaron mucho a las Mínimas a su llegada a Filipinas), las Dominicas de enseñanza de Lipa y las Siervas de Jesús de la Comunidad de Manila.

Un centenar de fieles acompañó igualmente a las religiosas ese día. Entre todos se encargaron de preparar la liturgia participando en la lectura de la Palabra de Dios y los cantos.

El prelado centró su homilía en el misterio de Dios Trino y Uno, y exhortó a las Monjas Mínimas a vivir con coherencia fe y vida.

Hicieron la ofrenda del pan y el vino durante el ofertorio el matrimonio que ofreció a las religiosas la tierra donde ahora se levanta el monasterio.

«Bendición de la primera piedra de la iglesia del monasterio de San Francisco de Paula de las Monjas Mínimas en Lipa (Batangas) por el Arzobispo Ramon Argüelles bajo el Pontificado de Benedicto XVI – Lipa, 22 mayo 2005, Solemnidad de la Santísima Trinidad», dice en inglés el pergamino que, junto a medallas, monedas y fotografías de la familia donante, se introdujo y selló en la primera piedra bendecida durante el rito.

El prelado, el citado matrimonio, la ingeniero encargada de la construcción, los sacerdotes presentes, la comunidad de Mínimas, religiosas y seglares comprometidos en el apostolado firmaron el documento.

Al día siguiente, las religiosas se trasladaron de la pequeña casa que las ha acogido durante casi tres años en el barrio Lumbang al monasterio, llevando consigo el Santísimo. Esa noche la campana, llamando a silencio mayor, resonó por primera vez en los claustros.

Fundadas en 1495 por San Francisco de Paula (1416-1507), las Monjas Mínimas tienen como espiritualidad la ascesis cuaresmal, la humildad –expresado en su nombre—, el silencio contemplativo, la caridad a Dios y a todos los hombres expresada en la total consagración a Dios y vivida en la unión fraterna de la comunidad, y la sencillez y alegría como frutos de su carisma.

Tienen comunidades en España, Italia y la de Filipinas en período fundacional.

Más información en www.minimas.org

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ZENIT Staff

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