Nuevo libro del Papa: Nazismo y comunismo, dos capítulos de la misma «locura»

Fragmentos de su nuevo libro «Memoria e identidad»

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ROMA, jueves, 7 octubre 2004 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación un fragmento del nuevo libro de Juan Pablo II «Memoria e identidad. Conversación entre milenios», presentado el miércoles en la Feria Internacional del Libro de Francfort (Alemania). Los derechos del volumen, que saldrá a la venta la próxima primavera, son de la editorial Rizzoli.

La traducción al español de los siguientes párrafos, difundidos por el diario católico italiano «Avvenire», es de Zenit. Corresponden al capítulo III relativo al «límite impuesto al mal en la historia de Europa».

* * *

Me ha sido dado tener la experiencia personal de la realidad de las «ideologías del mal». Es algo que permanece indeleble en mi memoria. Primero fue el nazismo. Lo que en aquellos años se pudo ver era ya algo terrible. Pero muchos aspectos del nazismo, en esa fase, de hecho estuvieron ocultos. La dimensión real del mal que se desencadenaba en Europa no fue percibida por todos, ni siquiera por aquellos entre nosotros que vivían en el centro mismo de aquel torbellino.

Vivíamos precipitados en una gran erupción de mal (…). Tanto los nazistas durante la guerra como, más tarde, en el Este de Europa los comunistas, intentaban ocultar ante la opinión pública lo que hacían. Durante largo tiempo Occidente no quiso creer en el exterminio de los judíos (…). Ni tampoco en Polonia se sabía todo sobre lo que los nazistas habían hecho y hacían a los polacos, ni sobre lo que los soviéticos habían hecho a los oficiales polacos en Katyn (…).

Más tarde, ya después de la guerra, pensaba para mí: el Señor Dios han concedido al nazismo doce años de existencia y después de doce años aquel sistema se ha derrumbado. Se ve que aquél era el límite impuesto por la Divina Providencia a una locura tal. En verdad, no había sido sólo una locura –había sido una «bestialidad», como escribió Konstanty Michalski. Pero de hecho la Divina Providencia concedió sólo aquellos doce años al desencadenamiento de ese furor bestial. Si el comunismo ha sobrevivido más tiempo y si tiene aún ante sí, pensaba entonces para mí, una perspectiva de ulterior desarrollo, debe haber algún sentido en todo esto. (…)

Se tenía entonces la clara sensación de que los comunistas habrían conquistado Polonia y que habrían ido más allá, a Europa occidental, proyectándose a la conquista del mundo. En realidad no se llegó a tanto. «El milagro del Vístula», o sea el triunfo de Pitsudski en la batalla contra el Ejército Ruso detuvo estas pretensiones soviéticas. Tras la victoria en la segunda guerra mundial sobre el nazismo, de hecho, los comunistas se disponían con atrevimiento a adueñarse del mundo y, en todo caso, de Europa. Al principio ello llevó a la repartición del Continente en esferas de influencia. Fue éste el acuerdo alcanzado en la Conferencia de Yalta de febrero de 1945, un acuerdo sólo aparentemente respetado por los comunistas, que lo transgredieron de hecho de varias maneras. (…). Para mí, entonces, estuvo inmediatamente claro que aquello duraría un tiempo mucho más largo que el nazista. ¿Cómo de largo? Era difícil preverlo. Lo que venía a la mente es que aquel mal fuera de algún modo necesario al mundo y al hombre. Sucede, de hecho, que en ciertas situaciones concretas de la existencia humana el mal se revela en alguna medida útil –útil en tanto en cuanto crea ocasiones para el bien.

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ZENIT Staff

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