Nuevos documentos muestran cómo la Iglesia salvó a judíos del nazismo

Testigos hebreos aclaran que se obedecía a una indicación de Pío XII

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CIUDAD DEL VATICANO, 8 abril 2003 (ZENIT.org).- Al menos 800 judíos fueron salvados de la persecución nazi entre los años 1943 y 1944 en las ciudades italianas de Livorno, Lucca y Pisa, por la movilización pedida por el Papa Pío XII entre los diferentes componentes de la Iglesia católica, según revelan nuevos hallazgos históricos.

La red de asistencia estaba compuesta por Sacerdotes Oblatos de Lucca, por el arzobispo de Génova, por frailes franciscanos, por religiosas de clausura, y por políticos católicos.

En la iniciativa colaboró uno de los ciclistas más grandes de la historia de Italia, Gino Bartali, quien escondía en el tubo de su bicicleta documentos falsos para salvar la vida de refugiados.

Estos hechos han salido a la luz gracias a las cartas y a un testimonio escritos por Giorgio Nissim, judío de la ciudad de Pisa, encontrados ahora por sus hijos, Piero y Simona, y examinados por las historiadoras Silvia Angelini y Paola Lemmi (con la supervisión de Liliana Picciotto de la Fundación de Documentación Judía de Milán).

Después de que los miembros de la red «Delasem» de Toscana (organización de asistencia a judíos constituida tras las leyes raciales) fueran encarcelados en 1943, Nissim continuó su actividad gracias a la colaboración de los Sacerdotes Oblatos de Lucca: los padres Paoli, Staderini, y Niccolai.

«Organicé una oficina completa de documentos falsos en una estancia de monjitas de clausura», recordó el mismo Nissim, que falleció en 1976, y «con frecuencia eran los mismos sacerdotes quienes ponían las firmas falsas» que permitirían salvar a judíos escondiéndoles en algún convento o permitiéndoles llegar a zonas liberadas de Italia.

«Iba a Génova como podía para retirar el dinero que me daba el padre Repetto, secretario del arzobispo, y después entregaba estas cantidades al padre Paoli» para sufragar los gastos de estas operaciones, añade.

En un testimonio ofrecido en 1969, custodiado en los archivos del Centro de Documentación Contemporánea Judía de Milán, Nissin escribió que la red de asistencia católica «había recibido el encargo de mantener relaciones [con el movimiento clandestino judío, n.d.r.] por el mismo Papa de entonces, Pío XII».

Andrea, el hijo del campeón de ciclismo Gino Bartali, confirma la participación de su padre en esa red de ayuda a los judíos.

«Su tarea era la de llevar a las imprentas clandestinas las fotos y los papeles para fabricar documentos falsos –dice reforzando las nuevas revelaciones–. Cuando llegaba al convento, desmontaba la bicicleta, metía el material en el tubo central, y se iba. Hacía también de guía, indicando los caminos menos conocidos para que los refugiados pudieran alcanzar algunas localidades del centro de Italia».

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ZENIT Staff

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