Nuncio en Filipinas: la Iglesia local se vuelca con las víctimas del tifón

Miles de heridos, incontables personas sin techo, y la cifra de fallecidos supera los mil

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MANILA, martes, 5, diciembre 2006 (ZENIT.org).- Testimonio de primera mano del nuncio apostólico en Filipinas: el dramático paso del tifón Durian –en la noche del jueves al viernes pasado- ha arrasado parte del archipiélago dejando una estela de muertos y damnificados; las primeras ayudas se están aportando desde las diócesis locales.

El mismo viernes el Papa hizo público su dolor por esta tragedia, aseguró a todos los afectados su cercanía en la oración y animó a cuantos participan en las labores de rescate.

La cifra de damnificados por esta catástrofe natural se estima en un millón de personas.

Fuertes vientos y lluvias lanzaron toneladas de barro y rocas del tamaño de vehículos contra varios pueblos en las faldas del volcán Mayon. Es urgentísimo el envío de socorro ante la posibilidad de falta de agua potable, alimentos y medicinas.

Equipos de voluntarios de «Caritas» de las 16 diócesis y archidiócesis filipinas afectadas inmediatamente se pusieron manos a la obra –confirmó el lunes «Caritas Internationalis» (CI)-.

«La zona que ha sido golpeada es la parte central del archipiélago», explicó el nuncio apostólico en Filipinas –el arzobispo Fernando Filoni- en los micrófonos de «Radio Vaticana».

«La región más afectada es la que se ubica cerca del volcán Mayon, que en días pasados había expulsado muchas cenizas, lo cual, unido a la violencia de las aguas y del viento, cayó sepultando los pueblos que encontraba a su paso», describió.

Y aunque son sólo indicativas, las cifras de la catástrofe son dramáticas: «Ya se habla de más de mil muertos» -prosiguió el representante papal-; «además hay miles de heridos».

«Naturalmente en este momento las autoridades civiles y también todas las organizaciones internacionales se están activado. Obviamente nosotros estamos trabajando con ayuda de emergencia a través de las diócesis locales», explicó.

No llegó de improviso el tifón, «pero se preveía que se dirigiera al norte; sin embargo cambió de dirección», algo «inesperado» -informa-; y además en la zona «existe la tradicional y difícil situación» por la falta de bosques y por la tendencia a habitar en puntos entorno al volcán.

«Naturalmente la propia ubicación geográfica y la orografía del terreno es siempre inclemente y permite prever, en estas situaciones de lluvias fortísimas y de tifones, desastres terribles», advirtió el arzobispo Filoni.

El nuncio en Filipinas igualmente confirmó en la emisora pontificia el gran aprecio reflejado en la prensa local por la solidaridad del Papa, que llegó inmediatamente.

«Esperamos que este llamamiento del Papa pueda también traducirse en aspectos concretos con ayudas inmediatas a esta población», concluye.

La organización católica mundial «Caritas Internationalis» (http://www.caritas.org/) está difundiendo la petición de fondos (1,3 millones de dólares estadounidenses) que solicita «Caritas Filipinas» para afrontar una operación de un mes de alojamiento para 15.000 familias.

Y es que miles de ellas, de todas las religiones afectadas, fueron refugiadas urgentemente en escuelas de la Iglesia y en centros parroquiales.

«Caritas» local prevé cubrir las necesidades de alimentos, medicinas, abrigo, redes para mosquitos, catres, utensilios de cocina y material de refugio para las familias damnificadas.

«Durian» es el cuarto tifón que en tres meses tiene soportar esta parte de Filipinas. En este caso ha sido clasificado de «categoría 5» (la más peligrosa), con vientos por encima de los 200 kilómetros por hora.

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ZENIT Staff

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