MAKENI, 13 diciembre 2002 (ZENIT.org).- «Desde el Sur del mundo, lacerado por guerras fomentadas con demasiada frecuencia por los intereses y la voracidad procedentes de lejos, hago un llamamiento por la paz a los poderosos de la tierra, en nombre de nuestra gente que aquí, en Sierra Leona, durante casi diez años sufrió los horrores de la guerra».
El obispo de Makeni, monseñor Giorgio Biguzzi, ha enviado a la Agencia misionera MISNA este mensaje, en el que no duda en relatar: «Hemos vivido años de terror caracterizados por hechos de sangre, destrucción, violaciones, violencia contra los niños, mutilaciones, saqueos, masas de desplazados y refugiados».
«A cada violencia se le oponía una más cruel –escribe el prelado–. Este ciclo infernal se rompió sólo cuando prevaleció una voluntad precisa de diálogo. Se reconocieron recíprocamente los derechos a la vida, a la seguridad, a la patria, a la reintegración pacífica en la sociedad».
«Ahora gozamos de un período de paz y de confianza en el futuro –continúa–. Fortalecidos por esta experiencia, queremos gritar nuestra llamada por la paz al presidente George W. Bush, a los gobiernos occidentales, al Consejo de Seguridad, al gobierno israelí, a los grupos terroristas».
Como dicen los ancianos en Sierra Leona, añade monseñor Biguzzi, «”El fuego no se apaga con fuego”. La guerra produce sólo violencia y muerte. No resuelve los problemas. Solamente los pospone y crea otros».
Según constata el obispo de Makeni, «La paz no se obtiene con la violencia. Se obtiene con el diálogo. Se obtiene con la justicia. Se consigue garantizando el derecho a la existencia y a la dignidad humana para los oprimidos y marginados».
«Por ello gritamos: detened los malditos mecanismos de la guerra. Trabajad por la justicia. Ninguna guerra es justa y ninguna guerra es santa. Sólo la paz es santa. Sólo la justicia es santa. Sólo Dios es santo», concluye.
