Obispos argentinos consideran que no se responde a la «crisis terminal»

La Comisión Permanente del Episcopado fustiga la corrupción

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BUENOS AIRES, 22 marzo 2002 (ZENIT.org).- La Comisión Permanente del Episcopado argentino hizo pública este jueves una declaración en la que considera que no se está respondiendo a la «crisis terminal» del país y fustiga duramente la corrupción.

El documento, titulado «Para que renazca el país», fue leído en rueda de prensa por el secretario general de la Conferencia Episcopal, monseñor Guillermo Rodríguez-Melgarejo. Ha sido redactado tras dos días de deliberaciones de la Comisión Permanente del Episcopado.

«Tenemos un país –constatan los obispos argentinos–, frenado por falta de acuerdo y de grandeza de sus actores políticos, sociales y económicos, e incapaz de dar respuesta apropiada a la gravedad de esta crisis terminal. Los intereses sectoriales y corporativos siguen queriendo imponer su fuerza en desmedro del interés general».

«En gran parte del pueblo hay deseos de una Argentina nueva –añaden los prelados–, pero no encuentra en sus dirigentes la voluntad suficiente para cambiar los errores que nos han degradado tanto».

Argentina se encuentra en recesión desde hace 45 meses. En diciembre pasado sufrió violentos saqueos a comercios y protestas que obligaron a renunciar al presidente, Fernando de la Rúa. El viceministro argentino de Economía, Jorge Todesca, anunció el 18 de febrero que hay a causa de la crisis hay 1.400.000 nuevos pobres en el país.

«Hay un vacío de la dirigencia que impide encontrar los caminos de la honesta representatividad
política, de la equidad social y de la seguridad jurídica», añaden los prelados.

Por ello, afirman, «es preciso renunciar a las formas inmorales de actuar en la vida pública y a los irritantes privilegios. También es necesario reparar todo daño ocasionado y restituir todo lo que se haya obtenido ilícitamente».

Indican los obispos que, como dirigentes religiosos, no dejarán de examinar «nuestra responsabilidad sobre la situación del país».

Recuerdan que, «en los meses pasados todo el pueblo argentino ha sufrido las consecuencias de medidas económicas y financieras muy graves, que han afectado a la moneda, al valor y disponibilidad de los ahorros, a las fuentes de trabajo y a las relaciones con los demás pueblos del mundo».

En este sentido afirman que «las decisiones económicas también están sometidas a las normas morales. Entendemos que las medidas tomadas, explicables en momentos de grandes catástrofes sociales como las guerras, han herido gravemente la confianza del pueblo en sus dirigentes y en el futuro del país. Es de desear que sus cargas y consecuencias sean compartidas por todos y en forma proporcional, comenzando por los que más tienen, sean individuos o empresas, nacionales o multinacionales».

«Para exigir tanto sacrifico al pueblo –denuncian–, es preciso decidirse firmemente a erradicar la corrupción de la vida política y social, a disminuir drásticamente el gasto político, a encarar la postergada reforma del estado y a revertir la enorme evasión impositiva de grandes sectores
corporativos. Quienes gozan de privilegios injustos deben saber que, aunque sean legales, no dejan de ser inmorales».

Los obispos afirman que «ante la pasividad de la dirigencia y a su escasa representatividad, es explicable la aparición de formas nuevas de protesta social».

Frente a esta panorámica, invitan a imitar a los pueblos que han sufrido catástrofes iguales o peores, pero se han puesto a reconstruir su patria y alientan a todos «a trabajar con esfuerzo y sacrificio».

Y llaman a toda la comunidad a ser solidaria con los que no tienen trabajo. «Acompañamos de
todo corazón a todos los que sufren», afirman.

Recuerdan su colaboración al diálogo nacional participando en la Mesa del Diálogo Argentino y valoran el esfuerzo que la Mesa viene realizando, pero recuerdan que «para que el diálogo argentino tenga eficacia y también credibilidad ha de despertar en la dirigencia política, financiera, sindical y empresarial, la necesidad de gestos y signos que muestren un sincero deseo de cambios reales y profundos».

Por lo mismo, exhortan «a los poderes del Estado a promover con leyes sabias los acuerdos a los que va arribando la Mesa, para que en forma progresiva y rápida se concreten las reformas que la Argentina necesita. En especial, la reforma de la política y del Estado. Esta responsabilidad justifica y puede ennoblecer la actual transición».

Por último, agradecen la solidaridad «de varios pueblos e Iglesias de América y de Europa que en este momento nos tienden una mano generosa. En la emocionada expresión «Argentina nos duele», escuchada en España, se resume el sentimiento de todos ellos».

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ZENIT Staff

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