Obispos de Guatemala: «En la verdad, la paz»

GUATEMALA, sábado, 19 agosto 2006 (ZENIT.org).- Publicamos el comunicado emitido por los obispos de Guatemala con el título «En la verdad, la paz» emitido el pasado 11 de agosto.

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Renueven su interior, para que puedan descubrir cuál es la voluntad de Dios,
qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto (Romanos 12,2)

Los obispos de Guatemala nos hemos reunido para compartir nuestras preocupaciones acerca de los retos que, como Pastores, debemos atender en el momento actual de nuestra sociedad y de la Iglesia. Hemos visto que es oportuno pronunciarnos sobre algunos temas de alcance nacional, con el fin de iluminarlos desde nuestra fe cristiana y la moral que surge de los principios del Evangelio.

Constatamos una grave descomposición moral, que es resultado de una pérdida creciente de humanismo y de referencia a Dios como fundamento de la acción guiada por principios éticos.

La violencia e inseguridad pública, no sólo mantienen a la población en constante estado de inquietud y vigilancia, sino que son un atentado y una falta de aprecio a la vida humana.
El narcotráfico y el trasiego ilegal de armas son señal de la incapacidad de los órganos de seguridad y de justicia del Estado para mantener el cumplimiento de las leyes, y también contribuyen a la erosión de los valores éticos como fundamento de la convivencia social.

La misma exigencia y existencia del comercio legal de armas pone en evidencia la predisposición a recurrir a la violencia como solución de los problemas o la necesidad de la defensa personal ante las deficiencias del Estado.

Las huelgas hospitalarias, los conflictos en el ámbito del magisterio y con los estudiantes normalistas, la conflictividad agraria y la controversia en torno a la atención a los ancianos no protegidos por la seguridad social son expresión de las dificultades de diálogo entre el gobierno y la sociedad civil en temas que atañen a la calidad de la vida humana y de nuestro futuro como son la salud y la educación.

La inquietud, conflicto y movilizaciones en torno a los temas de la minería y las hidroeléctricas muestran la incapacidad que tenemos para ponernos de acuerdo sobre los ejes sobre los cuales se debe impulsar un desarrollo humano e integral.

La prematura campaña política, que según el parecer del Tribunal Supremo Electoral se realiza en abierta contradicción de la Ley Electoral; y la poca voluntad para concluir las reformas todavía necesarias a dicha Ley son indicio de la poca voluntad de la misma clase política de construir un estado de derecho.

Ante este panorama nuestro mensaje al pueblo de Guatemala es un llamado a lo esencial y fundamental. Es necesario fundamentar nuestra vida individual y social en una recta concepción de la dignidad de la persona humana. Todo ser humano ha sido creado a imagen de Dios. Toda persona y la misma sociedad se fundan en el amor que Dios nos tiene, y al que debemos responder con la responsabilidad moral en todos los ámbitos de nuestra actividad. La religión no es un asunto privado para consumo personal. Es la fuente motivadora de toda acción personal con el fin de ser cada día más humanos y construir una sociedad cada vez más solidaria. Sufrimos una enorme crisis cultural. Somos un pueblo religioso: iglesias, templos y casas de oración se llenan de personas todos los domingos, el espectro radial está lleno de emisoras de carácter religioso, pero en realidad muchos han desterrado a Dios de la vida pública, pues no hacen referencia a sus exigencias éticas y de humanización en la vida de cada día.

Es urgente que busquemos fundamentar nuestro pensamiento y nuestra conducta en la verdad sobre la persona y sobre la sociedad. En la verdad está la paz, nos recordaba Su Santidad el Papa Benedicto XVI en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz a principios de este año. Es necesario que impulsemos como criterio de acción el respeto y la atención al prójimo, en amor y solidaridad. Dios nos ha dotado de libertad para buscar la felicidad, pero la alcanzaremos sólo si nuestra libertad está fundada en la verdad y es guiada por la ética y la moral.

Los problemas y retos son muchos. Cada uno requiere atención peculiar y medidas específicas. Hoy queremos señalar que sólo alcanzaremos soluciones satisfactorias, si todos los actores públicos y sociales, sea el Gobierno, el Congreso, el Organismo Judicial, los gremios empresariales y laborales, los políticos, los profesionales, las organizaciones de la sociedad civil asumimos nuestra tarea y nuestra responsabilidad.

Nos anima el hecho de que hay también muchas personas, en todos los ámbitos de la sociedad, que se esfuerzan por asumir con responsabilidad moral su tarea y su misión. Son personas que actúan con transparencia, justicia y honestidad. Hay profesionales, obreros, empresarios y campesinos que trabajan con ahínco para crear futuro, generar empleo, impulsar la solidaridad. Muchos ciudadanos se esfuerzan por educar y sostener sus familias en el bien. Miramos con esperanza la próxima publicación, el 21 de agosto, de la propuesta de la Comisión de Alto Nivel para la reforma de la Ley de Minería. Instamos a la Mesa de Diálogo sobre Desarrollo Rural para que reactive con todos sus participantes sus trabajos, que serán un medio para aliviar la tensión en el agro.

Oramos al Señor para que bendiga nuestro país. Le pedimos que guíe los corazones y la mente de todos los que tenemos responsabilidad en la cosa pública, a fin de que tengamos un futuro más humano y más lleno de esperanza.

Guatemala, 11 de agosto de 2006
+ Álvaro Ramazzini
Obispo de San Marcos
Presidente de la Conferencia Episcopal de Guatemala

+ Gonzalo de Villa, S.J.
Obispo Auxiliar de Guatemala
Secretario General de la Conferencia Episcopal de Guatemala

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ZENIT Staff

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