Obispos de Sudán: «La verdadera paz es mucho más que ausencia de guerra»

Carta pastoral tras el histórico acuerdo entre gobierno y SPLA

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JARTUM, miércoles, 23 febrero 2005 (ZENIT.org).- Se necesita ahora el esfuerzo individual y comunitario para que la construcción de la paz sea efectiva, exhortan los obispos de Sudán tras la firma del acuerdo que señala «el final de la guerra civil» de más de dos décadas, «que tanta muerte y devastación» ha sembrado en el país africano.

Y es que «la verdadera paz es mucho más que la ausencia de guerra», dicen los prelados en una carta pastoral –fechada el viernes pasado— con ocasión de este acuerdo suscrito el pasado 9 de enero entre el gobierno de Jartum y los rebeldes del «Ejército de Liberación Popular de Sudán» (SPLA) (Cf. Zenit, 10 enero 2005).

Podría suponer el final real, si se lleva a la práctica, de una guerra de 21 años que ha ocasionado más de dos millones de muertos –sobre todo por enfermedades y hambre– y casi cinco millones de desplazados y refugiados.

El conflicto armado estalló en 1983, año en que el ex presidente Gaafar Nimeiry instauró la «sharia» (ley islámica). En 1989 se impulsó el proceso de islamización forzada entre las poblaciones del sur. Desde entonces la guerra civil ha enfrentado al régimen del norte –del gobierno de Jartum, de etnia árabe y blanca y religión musulmana– y a la rebelión del sur –de población negra mayoritariamente animista y cristiana—.

El acuerdo, firmado en Nairobi (Kenia), concluye las negociaciones iniciadas en octubre de 2002. El norte sudanés podrá mantener en vigor la «sharia», mientras que el sur tendrá derecho a un período de seis años de autonomía, al término del cual podrá decidir por referéndum su independencia.

El acuerdo determina también la repartición al 50% de los recursos petrolíferos del país –que se encuentran sobre todo en el sur–, la formación de una nueva fuerza armada y la participación de los rebeldes del SPLA en el Ejecutivo de Jartum.

Subrayan los obispos sudaneses en su carta que «la paz que buscamos construir en la sociedad civil es un orden y armonía en la comunidad de forma que las personas y las comunidades mismas pueden desarrollarse completa y libremente».

Advirtiendo que la construcción de la paz tiene dimensiones «sociales, económicas, políticas, culturales y religiosas», los prelados urgen «a todos y cada uno, como ciudadanos responsables de la construcción de esta paz, a contribuir» «según sus talentos y capacidades».

Para llevar a cabo esta tarea desde su dimensión religiosa, los obispos de Sudán llaman a los católicos a «encontrar en la Eucaristía nuestra fuente de unidad y fortaleza». Igualmente exhortan a los fieles a reunirse y celebrar el domingo como el Día del Señor en todo lugar, grande o pequeño –aún en ausencia de sacerdotes o agentes de pastoral, cuyo número no es suficiente–, con alabanzas, lectura de la Palabra, rezo del Rosario, oración «y reflexiones sobre sus responsabilidades cristianas».

Los obispos invitan también al «respeto de las creencias religiosas y a la libertad de conciencia de todas las personas», conscientes de que «nuestras comunidades cívicas son multi-étnicas y multi-religiosas».

«Cómo católicos animamos a todos a seguir su conciencia y respetamos las prácticas y las creencias religiosas de todos –escriben–. Exhortamos a nuestros fieles a colaborar con otros grupos religiosos en iniciativas comunes en beneficio de nuestro pueblo».

Y añaden: «Debemos sentirnos llamados a vivir nuestra fe con orgullo y sin temor ni vergüenza como el mayor don a desarrollar en nuestro tiempo de paz».

No olvidan señalar la importancia de la «reconciliación» en la construcción de la paz: «Pedid perdón por las ofensas cometidas. Perdonan a los que os han ofendido».

Para construir la paz en el contexto de la sociedad civil, los obispos de Sudán exhortan a los fieles católicos a «tomar parte en iniciativas de educación cívica que mejor les informen de sus derechos humanos y deberes cívicos», así como a responsabilizarse de proteger y promover sus propios derechos y los de los demás –en especial de los grupos vulnerables– y cumplir sus responsabilidades cívicas, en especial su derecho «a tomar parte en el proceso de autodeterminación».

Les indican igualmente que se unan «con todas las personas de buena voluntad» en el esfuerzo por conocer «las necesidades de la comunidad» y «construir una verdadera sociedad pacífica».

El acuerdo del pasado enero omite la crisis en la región occidental de Darfur, escenario de un enfrentamiento bélico desde febrero de 2003. Acusando al gobierno sudanés de abandonar Darfur porque su población es mayoritariamente negra y de financiar las milicias «Janjaweed» –que siembran muerte y destrucción entre la población civil–, dos grupos rebeldes de autodefensa populares –el «Movimiento para la Justicia y la Igualdad» (JEM) y el «Ejército-Movimiento de liberación de Sudán» (SLA-M)– se alzaron en armas contra Jartum.

Recientemente se ha alertado de que el resultado de estos combates –cuyo «alto el fuego» ha sido repetidamente violado— puede haber disparado los muertos a una cifra que oscila entre 100 mil y 400 mil, además de estar ocasionando el desplazamiento de aproximadamente 2 millones de personas, todas protagonistas de una gravísima crisis humanitaria en curso en este momento.

[Se puede leer el texto íntegro de la carta pastoral el inglés en el portal de la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos (www.evangelizatio.org)].

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ZENIT Staff

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