Obispos españoles: 'Proteger y defender la vida humana es tarea de todos'

La Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española se pronuncia ante la retirada por parte del Gobierno del Anteproyecto de Ley para la protección de la vida del concebido y de los derechos de la mujer embarazada

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La Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española se ha manifestado ante el debate abierto con motivo de la retirada por parte del Gobierno del «Anteproyecto de Ley para la protección de la vida del concebido y de los derechos de la mujer embarazada». En primer lugar, los obispos españoles recuerdan que «la vida humana es sagrada e inviolable y ha de protegerse desde la concepción hasta su fin natural. En esa defensa ocupan un lugar privilegiado los más débiles: aquellos que habiendo sido ya concebidos no han nacido todavía. La ciencia prueba que desde el momento de la concepción hay un nuevo ser humano, único e irrepetible, distinto de los padres».

El pasado 23 de septiembre, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, confirmó la retirada del anteproyecto de ley, redactado por el ministerio de Justicia y prometido en campaña electoral, ‘por no haber encontrado el consenso suficiente para sacarlo adelante’. Esta decisión por parte del presidente, llevó a la dimisión del ministro, Alberto Ruiz Gallardón.

Los obispos españoles, señalan que «no se puede construir una sociedad democrática, libre, justa y pacífica, si no se defienden y respetan los derechos de todos los seres humanos fundamentados en su dignidad inalienable y, especialmente, el derecho a la vida, que es el principal de todos».

Del mismo modo, recuerdan que «proteger y defender la vida humana es tarea de todos, principalmente de los Gobiernos». A propósito, observan que  España sigue siendo, por desgracia, una triste excepción, al llegar incluso a considerar el aborto como un «derecho». En este sentido –precisan– «es especialmente grave la responsabilidad de quienes, habiendo incluido entre sus compromisos políticos la promesa de una ley que aminoraba algo la desprotección de la vida humana naciente que existe en la vigente normativa del aborto, han renunciado a seguir adelante con ello en aras de supuestos cálculos políticos. Hay bienes, como el de la vida humana, que son innegociables».

La Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española afirma que «la Iglesia conoce bien los sufrimientos y carencias de muchas personas a las que se esfuerza en ayudar en todo el mundo con el ejercicio de la caridad, que es el distintivo de los discípulos de Jesús del que dan testimonio tantas personas e instituciones eclesiales». Pero -precisan- también es verdad que, «como nos advierte el Papa Francisco, aún hemos de hacer más «para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias. Por eso, los obispos españoles recuerdan que en esta labor están empeñadas muchas asociaciones eclesiales y civiles, «a las que queremos apoyar al tiempo que pedimos a las Administraciones públicas un esfuerzo más generoso en políticas eficaces de ayuda a la mujer gestante y a las familias».

Finalmente, en el comunicado distribuido, los prelados españoles indican que no es momento para la desesperanza y el desencanto democrático ante reveses legislativos. «Son numerosos los voluntarios y las organizaciones de apoyo a la vida, promoción de la mujer y de solidaridad con los más necesitados de la sociedad, quienes nos animan a seguir adelante, extendiendo la civilización del amor y la cultura de la vida, y a abrazar sin condición a todos, especialmente a los que más sufren, como son los más pobres, los inmigrantes, los parados, los sin techo, los enfermos y todos aquellos, en definitiva, que se encuentran en las periferias sociales y existenciales». Y por supuesto, añaden «acompañar sin descanso a las madres embarazadas para que, ante cualquier dificultad, no opten por la «solución» de la muerte y elijan siempre el camino de la vida, que es el de la realización más plena de la verdadera libertad y progreso humano».

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ZENIT Staff

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