MANAGUA, lunes 2 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- Una semana de especial penitencia por la conversión de sus compatriotas, fue la invitación que realizó monseñor Sócrates René Sándigo Jirón, obispo de Juigalpa y secretario de la Conferencia Episcopal Nicaragüense.
El prelado, en nombre de todos los obispos de su país, exhortó a que la semana del 30 de marzo al 4 de abril los sacerdotes, religiosos y responsables de comunidades realicen jornadas de «oración, penitencia y caridad» así como «peregrinaciones, retiros, Via Crucis y adoraciones al santísimo».
La invitación la realizó dentro el mensaje de la Conferencia Episcopal Nicaragüense para la cuaresma de 2009.
Llamado a la conversión
En este mensaje, Monseñor Sándigo exhortó a los fieles a la conversión diciendo que es una iniciativa que «viene de Dios», que se cumple «cuando el Señor, en su amor misericordioso, se hace presente para interpelar nuestra vida hasta llevarnos a recobrar la conciencia de cómo andamos y qué debemos cambiar».
El prelado se refirió también a los principales problemas que aquejan este país: «la corrupción institucional, la manipulación y compra de las voluntades, el egoísmo colectivo, faltas en la aplicación de la justicia, el narcotráfico y la drogadicción, los abortos clandestinos, la destrucción del medio ambiente el incremento de la miseria, la deshonestidad, el desorden moral, la negligencia y la irresponsabilidad».
Y aseguró, haciendo referencia a la encíclica de Juan Pablo II Sollicitudo Rei Socialis que «los pecados personales como el egoísmo, la ambición personal y la violencia son la raíz de los pecados sociales».
Señaló que la conversión social exige «abrirse a Dios, sobreponerse al egoísmo, a los intereses personales y partidarios, al desorden moral, a la injusticia, y cualquier tipo de estructura social corrupta».
Y dijo que este llamado debe alcanzar todos los ámbitos: «desde el servidor público y privado en su más alto grado hasta el más anónimo de los nicaragüenses, cada uno en su conciencia sabe lo que tiene que cambiar», señaló.
También exhortó a todos los obispos «para alejar todo lo que distrae el espíritu y para intensificar lo que alimenta el alma y la abre al amor de Dios y del prójimo».
«Sólo cuando se tiene conciencia del pecado se puede reemprender el camino correcto», recalcó.