Objeciones del arzobispado argentino de Paraná a la ley de «salud sexual»

Se observó que la norma lesionaría los derechos humanos

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PARANÁ, 28 julio 2003 (ZENIT.org).- El arzobispado de Paraná ha advertido del ataque a la vida, la lesión a la patria potestad, la confusión respecto a la identidad sexual y la omisión de la objeción de conciencia que encierra la ley sobre el Sistema Provincial de Salud Sexual y Reproductiva y Educación Sexual aprobaba el 23 de julio por el poder legislativo de la provincia argentina de Entre Ríos.

Sin distinción de credos o razas y con ánimo de proponer –con fundamento científico– «verdades comunes a toda la especie humana», el arzobispado hizo llegar, en diálogo con distintos legisladores, sus «serias preocupaciones por los derechos humanos que serían lesionados con la sanción de la presente norma».

A través de la vicaría para la Familia y la Vida, el arzobispado dio a conocer al día siguiente de su aprobación los elementos objetables de dicha norma, mostrando su acuerdo en «evitar la práctica del aborto provocado, prevenir la morbimortalidad materno-infantil, detectar, prevenir y tratar enfermedades transmisibles sexualmente y el cáncer genito-mamario y promocionar los beneficios de la lactancia materna».

Sin embargo, «necesitamos recalcar que la mayoría de estos enunciados encubren acciones incorrectas desde el punto de vista médico y ético», se lee en el texto difundido por Aica.

La intención de prevenir embarazos no deseados «en la práctica significa el reparto de anticonceptivos y dispositivos intrauterinos». Muchas veces se registran efectos abortivos por las altas dosis de hormonas como el «etinilestradiol» y el «levonorgestrel».

«Algunos profesionales de la salud opinan que estas drogas no son abortivas. Pero muchos científicos serios afirman lo contrario. Queda por lo tanto planteada al menos una duda fundada sobre su poder letal o abortivo. Es moralmente ilícito actuar con tal duda», se lee en el comunicado de la vicaría para la Familia y la Vida del arzobispado de Paraná.

Por otro lado, «de acuerdo con lo expresado por la Ley, los padres dejan de ser los encargados y responsables de formar moralmente a sus hijos. Prueba de ello es que, a partir de la edad fértil, los niños pueden ser asesorados por agentes de salud sobre las ventajas de los anticonceptivos y la provisión de ellos, sin conocimiento ni autorización de los padres».

Además, «la educación se tiene que dar bajo la perspectiva de género». «Se trata de una visión ideológica de la sexualidad que no tiene en cuenta el derecho natural», advierte el arzobispado.

En este sentido, «se cambia el sentido de la palabra sexo, en cuanto significa varón y mujer, por el término género, significando con ello que el género se elige voluntariamente, aceptando, velada o explícitamente como formas normales de vida la homosexualidad y otras desviaciones de la sexualidad».

Finalmente, la ley no tiene en cuenta «la objeción de conciencia de los profesionales –médicos, instrumentistas, enfermeros, asistentes sociales, docentes, etc.– frente a determinadas prácticas contrarias a sus convicciones éticas y profesionales».

«Podemos decir –observa la vicaría para la Familia y la Vida del arzobispado de Paraná– que se está frente a un cambio de paradigma cultural y moral muy importante».

Conforme al «nuevo orden moral» que propone la ley, lo «saludable» y «responsable» es «abrir el camino el camino a una sexualidad estéril y sin matrimonio, sin perspectiva de amor verdaderamente humano, alegre, abnegado, servicial, fecundo, dignificante de la persona humana, base y garantía de la familia, célula de la sociedad humana», concluye.

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ZENIT Staff

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