Obreros católicos denuncian discriminación laboral de mujeres embarazadas

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MADRID, jueves, 24 abril 2008 (ZENIT.org).- Los movimientos especializados de Acción Católica española para la evangelización del mundo obrero (JOC, MTC y HOAC) denuncian en un comunicado, con motivo del 1 de Mayo, la discriminación laboral que sufren las mujeres embarazadas y la precarización de los puestos de trabajo.

Los movimientos especializados de Acción Católica para la evangelización del Mundo Obrero, JOC (Juventud Obrera Cristiana), MTC (Mujeres Trabajadoras Cristianas) y HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica), afirman en su comunicado, en primer lugar, sentirse «cercanos a los gozos y a las esperanzas de las mujeres y de los hombres  del Mundo Obrero y de sus familias, especialmente de los que sufren el paro o de aquellos que soportan unas condiciones de trabajo que  imposibilitan una vida digna».

Los firmantes del comunicado valoran positivamente «que en estos últimos años se haya avanzado en el diálogo social entre Gobierno, empresarios y sindicatos, que se haya creado en nuestro país un mayor número de puestos de trabajo, que haya crecido la tasa de empleo femenino, los pasos que se han ido dando para la igualdad real de hombres y mujeres, las medidas para la integración de mujeres maltratadas y de las personas que sufren discapacidad».

No obstante, advierten que España «sigue contando con la tasa de temporalidad más elevada de Europa (31%) y una precariedad laboral que no se corresponde con el crecimiento tan importante que ha tenido la economía en estos últimos años».

Esta situación, indican, «sigue repercutiendo especialmente en las personas jóvenes, que tienen serias dificultades para acceder al mercado laboral, y que cuando lo hacen, es a base de interminables jornadas de trabajo, bajos salarios y de trabajar en situaciones  de temporalidad y flexibilidad que dificultan los procesos de emancipación y la construcción de  proyectos de futuro. Situación que se vive con normalidad, pero que, en realidad, es injusta y deshumanizadora, generando jóvenes resignados y rotos».

La entidades firmantes del comunicado manifiestan a la opinión pública «que la organización del trabajo en el siglo XXI y su modelo de flexibilidad considera que la vida humana se compone de un solo tiempo, el productivo, y los demás tiempos (personal, familiar, social) no existen o deben ser sacrificados en pro del tiempo de trabajo».

«Esta mercantilización del trabajo –denuncian– provoca aspectos muy negativos como: la persecución de la maternidad en el seno de las empresas, que atenta contra el ‘principio del derecho a la vida’, ya que hay mujeres que queriendo ser madres se sienten acosadas y son despedidas por sus empresarios».

Así mismo denuncian «la hipocresía existente con el fenómeno de la inmigración, que es considerada en el mejor de los casos solamente en función de la necesidad de mano de obra barata y de que nos resuelven la papeleta de cuidar a nuestros niños pequeños y a nuestros mayores, pero sin considerarlos iguales en derechos con los nacionales».

Señalan «las dificultades de las familias para desarrollar las funciones que tienen que desempeñar por la configuración del mercado de trabajo actual: la necesidad de trabajar los dos miembros de la pareja fuera de casa, la flexibilidad laboral, la movilidad geográfica, etc».

«Esta deshumanización de la persona y de la vida de los trabajadores en función de la productividad económica es totalmente inaceptable», indican, citando palabras de la Gaudium et Spes: «El conjunto del proceso de la producción debe, pues, ajustarse a las necesidades de la persona y a la manera de vida de cada uno, en particular de su vida familiar».

«Como cristianos, seguidores de Jesús de Nazaret –subrayan–, queremos proponer a la sociedad que conforma el Mundo Obrero y del trabajo el mensaje del evangelio, que para nosotros es un proyecto de transformación y felicidad».

«Queremos potenciar –añaden– una comunidad donde el ser humano sea lo primero, donde avance la justicia hacia los empobrecidos, donde la política esté al servicio de dar respuesta a los problemas que padecemos».

«Queremos compartir –concluyen– esta nuestra misión evangelizadora y renovar nuestro compromiso con aquellas personas y organizaciones que trabajan fielmente por alcanzar una forma de organizar la sociedad, donde todas las personas podamos ser protagonistas en la vida social (asociaciones de vecinos, sindicatos, partidos, asociaciones, comités de empresa, etc.)».

Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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