Omitir el cristianismo en Europa es callar una verdad irrefutable

Según Giorgio Salina, de la Convención de Cristianos por Europa

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ROMA, 11 junio 2003 (ZENIT.org).- De acuerdo con Giorgio Salina, vicepresidente (por Italia) de la Convención de Cristianos por Europa, si el texto actual de la Constitución Europea no experimenta cambios, ésta nacería con una premisa que calla la verdad «incontestable e irrefutable», porque es histórica, de la Europa que hoy conocemos: la contribución del cristianismo.

«Basta con visitar cualquier ciudad de nuestro continente, entrar a cualquier museo, leer la literatura de cualquier país, para comprobarlo», explica en declaraciones a Zenit, comentando el tema del borrador del Preámbulo de la Constitución Europea, presentado el pasado 28 de mayo.

Dicho borrador se inspira «en las herencias culturales, religiosas y humanistas de Europa» que, según explica, fueron «alimentadas inicialmente por las civilizaciones griega y romana», «y más tarde por las corrientes filosóficas de la Ilustración» (Cf. página web de la Convención Europea).

El cristianismo «ha contribuido a hacer de Europa lo que hoy es, desde la época romana hasta nuestros días, hasta los fundadores de la “nueva Europa”, Konrad Adenauer, Robert Schuman, Paul-Henri Spaak, Alcide de Gasperi, todos políticos cristianos», constató.

«Con mucha humildad, pero con profunda convicción, desearíamos plantear una cuestión: ¿cómo se puede construir una nueva y acogedora casa común sin valorar –es más, ignorando– una parte tan importante del patrimonio cultural, espiritual y social de nuestra historia como es el humanismo cristiano?», observa Salina.

Como recuerda Salina, citando a Tucídides, el Preámbulo recuerda que «nuestra Constitución es democrática porque el poder está en las manos no de una minoría, sino del pueblo entero».

«Tras haber predicado durante años la tolerancia, el apoyo y la defensa de todas las posiciones culturales, incluso minoritarias, se aplica “tolerancia cero” a quien no piensa como la cultura más difundida, anulando cualquier referencia a Dios y no sólo a las raíces cristianas», advirtió.

Se trata de una referencia que, observa Salina, «habría podido encontrar de acuerdo a hombres y mujeres de todas las religiones, o sea, millones de ciudadanos europeos que evidentemente no se considera que formen parte del pueblo entero».

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ZENIT Staff

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