Optimismo tras el primer encuentro en Moscú de la comisión de ortodoxos y católicos

El terreno social se revela como un ámbito de colaboración

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MOSCÚ, domingo, 30 mayo 2004 (ZENIT.org).- El primer encuentro del grupo de trabajo conjunto para la solución de cuestiones específicas entre la Iglesia ortodoxa rusa y la Iglesia católica, celebrado entre el 5 y 6 de mayo ha suscitado un cauto optimismo.

«A pesar de las grandes dificultades, en este último período en las relaciones entre nuestras Iglesias hemos registrado algún cambio positivo», expresa un comunicado difundido por el secretario de la Conferencia Episcopal rusa, padre Igor Kowalevski.

Esta comisión es fruto de la visita que el pasado febrero realizó el cardenal Walter Kasper, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, a Moscú, invitado por la Conferencia de los obispos católicos de la Federación rusa y movido por sentimientos de estima hacia la Iglesia ortodoxa rusa.

La propuesta de crear el grupo de trabajo conjunto surgió en la reunión que el 19 de febrero mantuvo el purpurado con el metropolitano de Smolensk y Kaliningrad, Kirill, presidente del Departamento para las relaciones eclesiásticas externas del Patriarcado ortodoxo de Moscú.

La llegada del cardenal a Moscú había sido precedida por la difusión, por parte del patriarcado de Moscú, de las críticas de las Iglesias ortodoxas a la institución de un patriarcado greco-católico en Ucrania. Prohibida bajo el régimen de Stalin, la Iglesia greco-católica de Ucrania, que mantiene la tradición y liturgia oriental, pero es fiel a Roma, está experimentando un gran crecimiento tras la caída del comunismo.

El patriarca ortodoxo de Moscú Alejo II también ha manifestado su oposición a la decisión de Juan Pablo II de erigir en el año 2002 cuatro diócesis.

Entre las preocupaciones comunes de la Iglesia católica y de la ortodoxa, se encuentra la defensa de los valores cristianos en el contexto de la redacción del Tratado constitucional europeo.

Forman parte de las cuestiones que debe afrontar la comisión –la parte católica la encabeza el padre Kowalewski–, y la ortodoxa el arcipreste Vsevolod Chaplin, del Departamento de relaciones externas del Patriarcado de Moscú– las acusaciones de proselitismo que dirigen los ortodoxos a los católicos.

Por la parte católica se ha aclarado que la comisión no puede ser considerada como un tipo de «tribunal» –recoge el diario italiano «Avvenire»–, sino que debe servir para hacer madurar la mutua comprensión que es la premisa de cualquier código de comportamiento.

Por la parte ortodoxa –dice en su nota el padre Kowalevski– se ha reconocido la existencia de «experiencias positivas de colaboración que pueden hacer resplandecer la paz de Cristo en el mundo de hoy».

«Juntos –prosigue– hemos llegado a la conclusión de que es absolutamente necesario un mayor conocimiento recíproco y también una colaboración y cooperación más estrecha, sobre todo en las actividades sociales».

Igualmente católicos y ortodoxos se han mostrado de acuerdo en la invitación a evitar intervenciones en los medios de comunicación que puedan alimentar tensiones.

En este primer encuentro del grupo mixto se ha puesto en marcha «un estudio concreto del problema del proselitismo –verdadero o imaginario– con la participación de los directos interesados», declaró a «Avvenire» Anatoly Krasikov, director del Centro de estudios socioreligiosos del Instituto Europeo de la Academia Rusa de las Ciencias y presidente honorario de la Sede Euroasiátca de la Asociación Internacional para la Libertad Religiosa.

De acuerdo con Krasikov, el arcipreste Chaplin ha reconocido que los católicos trabajan en Rusia en plena conformidad con la Constitución y las leyes del país, si bien añadió que las Iglesias cristianas no pueden actuar como si fueran firmas privadas en competencia entre sí.

«Debemos establecer reglas ciertas y vinculantes –dijo el padre Chaplin– para el trabajo misionero y dividir los ámbitos», cita Krasikov.

Añade que el padre Kowalevski declaró que «el invierno ya ha pasado, pero que estamos aún en la temporada del deshielo» y que la Iglesia católica es consciente de que Rusia no es como una remota región africana, donde nadie ha oído jamás hablar de Cristo.

«Hemos sido, somos y seremos aquí siempre una minoría confesional –mencionó el padre Kowalevski –. Tal vez hemos cometido algún error en el pasado, pero no se trataba de proselitismo», vuelve a citar Krasikov.

Mientras, el ámbito social está creciendo como terreno de encuentro. De hecho en la reunión se habló de la obra caritativa de las religiosas católicas que han organizado en Moscú un orfanato para niños «difíciles» y les acompañan para la oración en una iglesia ortodoxa.

Igualmente salió el trabajo de «Cáritas» rusa, que presta ayuda a los necesitados sin distinción confesional, o el caso del Colegio Bíblico Teológico Santo Tomás en Moscú, donde la enseñanza está encomendada sin discriminación a profesores católicos y ortodoxos, un hecho «que no sorprende a nadie», subrayó Krasikov.

Citó igualmente que en la región de Yaroslav funciona un centro católico para la rehabilitación médica de drogodependientes. «De común acuerdo la asistencia religiosa será asegurada por sacerdotes ortodoxos», afirmó.

La segunda reunión del grupo de trabajo conjunto para la solución de cuestiones específicas entre la Iglesia ortodoxa rusa y la Iglesia católica se prevé el próximo septiembre.

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ZENIT Staff

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