Oración en el quinto aniversario del conflicto de Darfur

Elevada por el obispo de El Obeid para pedir paz

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EL OBEID, miércoles, 16 abril 2008 (ZENIT.org).- El obispo católico de El Obeid, Antonio Menegazzo, cuya diócesis incluye Darfur, ha escrito una reflexión y una oración por la paz en el quinto aniversario del conflicto en la región sudanesa, informa la página web de Caritas Internacional.

En su reflexión, el obispo subraya que «cinco años de muertes, desplazamientos, dificultades, sufrimiento» son «los resultados de cinco años de guerra.

«La experiencia enseña –añade monseñor Menegazzo– que nada bueno viene de la guerra, sino sólo destrucción y muerte; a pesar de esto, la guerra continúa en el mundo, y el hombre quiere resolver sus problemas y divergencias por la guerra y el uso de la fuerza».

Según el obispo de El Obeid, «la guerra no resolverá los problemas existentes en Darfur, sólo la justicia y la igualdad, que serán alcanzadas a través del diálogo».

«Si el diálogo -añade– es seguramente el único modo de alcanzar la paz, ¿por qué seguir luchando? ¿No es mejor abandonar las armas inmediatamente y empezar un diálogo sincero y real, con una voluntad decidida de llegar a un acuerdo pacífico y satisfactorio?».

El prelado afirma que es necesario un compromiso por ambas partes porque «la verdad y los errores existen en ambas partes, y ambos deben reconocer esta realidad». Pero, se pregunta, «¿existe la buena voluntad de terminar la guerra o los intereses privados y el orgullo impedirán a los combatientes alcanzar el resultado deseado?».

Para esta ocasión monseñor Antonio Menegazzo ha compuesto la siguiente oración:

* * *

Oh Dios, tú eres el Creador, el Creador de toda la humanidad. Tú nos creaste a todos iguales, con la misma dignidad y por lo tanto quieres que seamos hermanos para amarnos y respetarnos mutuamente.

En Darfur no hay unión, no hay amor, no hay respeto a la persona. Millones de personas, niños y ancianos, mujeres y hombres, están viviendo sin dignidad, sufriendo y muriendo.

Dales el valor de llevar sus dificultades pacientemente y ayuda y bendice a las organizaciones que dedican sus esfuerzos a aliviar sus sufrimientos.

Ayuda a aquellos que trabajan por la paz, tratando de convencer a las partes para que pongan fin a la guerra.

Toca los corazones e ilumina las mentes de las partes en guerra, de manera que piensen en el bien y el bienestar de la gente que sufre, en lugar de en su bien e interés personal.

Oh Dios, la paz es tu don y tu eres el Dios de la paz: concede la paz a Darfur y acaba con los sufrimientos de la gente inocente». 

Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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