Oriente Medio: El Papa pide acabar con las provocaciones y represalias

Pone en manos de la Virgen de Fátima la paz en Tierra Santa

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CIUDAD DEL VATICANO, 13 mayo 2001 (ZENIT.org).- Es necesario «romper esta cadena inmoral de provocaciones y de represalias» para que vea la luz «el día bendito» de la paz en Oriente Medio. Lo ha exigido con fuerza Juan Pablo II al regresar de su viaje por Grecia, Siria y Malta.

Al encontrarse este domingo con miles de peregrinos en la plaza de San Pedro del Vaticano, al final de una eucaristía en la que ordenó a 34 nuevos sacerdotes, el pontífice elevó su voz para denunciar «¡nos encontramos ante una espiral de violencia absurda!».

El pontífice había aludido a la peregrinación tras las huellas de san Pablo, que realizó del 4 al 9 de mayo por Atenas, Damasco y La Valetta. La alegría por los buenos resultados del viaje, confesó, se ve ahora contrastada por las noticias de muerte que llegaron en esos días desde Tierra Santa.

Mientras el Papa rezaba por la paz en la ciudad fantasma de Quneitra (Siria), hizo público su dolor por aquella niña palestina de cuatro meses, que murió cuando soldados israelíes entraron con tanques en el campo de refugiados de Jan Yunes, en el sur de la franja de Gaza. Luego, en Malta, condenó con pena el salvaje apedreamiento de dos adolescentes israelíes de catorce años.

«¡Sembrar la muerte todos los días no hace más que exasperar los espíritus y retrasar el día bendito en el que todos los pueblos podrán mirarse a la cara y caminar juntos como hermanos!», clamó este domingo el Papa.

«Todos –añadió–, y en particular los responsables de la comunidad internacional, tienen el deber de ayudar a las partes en conflicto a romper esta cadena inmoral de provocaciones y de represalias. Hay que recordar, además, eso que tantas veces se ha repetido, que el lenguaje y la cultura de la paz tienen que prevalecer sobre la incitación al odio y a la exclusión».

Juan Pablo II encomendó a la Virgen de Fátima la paz en Tierra Santa, «para que sean purificados los corazones y propósitos de todos, para que cesen las masacres y para que las energías de unos y otros se empleen finalmente para la construcción efectiva y duradera de la paz».

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ZENIT Staff

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