Oriente Medio: Romper «la cadena inmoral de provocaciones y represalias»

Intervención de Juan Pablo II antes de rezar el «Regina Caeli»

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CIUDAD DEL VATICANO, 13 mayo 2001 (ZENIT.org).- La peregrinación tras las huellas de san Pablo, la paz en Oriente Medio y las ordenaciones sacerdotales fueron los argumentos que afrontó Juan Pablo II al rezar con miles de peregrinos la oración mariana del «Regina Caeli», a mediodía de este domingo, en el que se cumplían los 20 años del atentado que sufrió en esa misma plaza de San Pedro.

El pontífice puso todas estas intenciones en manos de María cuya protección, confesó, «Yo mismo tuve la posibilidad de experimentar el 13 de mayo de hace veinte años».

Ofrecemos a continuación el texto íntegro de la intervención del pontífice.

* * *

¡Queridos hermanos y hermanas!

1. Quiero dar gracias a Dios y a la Virgen Santa con vosotros por la peregrinación tras las huellas de san Pablo que he tenido la alegría de realizar en los días pasados. Atenas, Damasco, Malta: en mi corazón llevo impresos estos lugares, que la misión del apóstol de las Gentes ha ligado indisolublemente a la historia de la cristianismo. El miércoles próximo, durante la audiencia general, me detendré más ampliamente en este inolvidable itinerario que ha sido sumamente significativo bajo el perfil ecuménico e interreligioso.

Por desgracia, ha quedado entristecido por las noticias dolorosas que seguían llegando de Tierra Santa. En realidad, ¡nos encontramos ante una espiral de violencia absurda! ¡Sembrar la muerte todos los días no hace más que exasperar los espíritus y retrasar el día bendito en el que todos los pueblos podrán mirarse a la cara y caminar juntos como hermanos! Todos, y en particular los responsables de la comunidad internacional, tienen el deber de ayudar a las partes en conflicto a romper esta cadena inmoral de provocaciones y de represalias. Hay que recordar, además, eso que tantas veces se ha repetido, que el lenguaje y la cultura de la paz tienen que prevalecer sobre la incitación al odio y a la exclusión.

2. Un motivo de alegría y de alabanza nos viene hoy de las ordenaciones sacerdotales que he celebrado esta mañana en la basílica de San Pedro. Treinta y cuatro diáconos de la diócesis de Roma, provenientes de varios seminarios, se han convertido en presbíteros para servir a la Iglesia mediante la predicación del Evangelio, la celebración de los sacramentos, y la guía pastoral del Pueblo de Dios. Renuevo a cada uno de ellos mi abrazo de paz, y les aseguro que acompaño con mi oración su nuevo ministerio. Doy gracias a todos los que han colaborado en su formación y con cariño saludo a sus familiares y amigos.

3. Invocamos ahora para estos nuevos sacerdotes de la diócesis de Roma la asistencia maternal de María Santísima, en el día en el que recordamos sus apariciones en Fátima. Yo mismo tuve la posibilidad de experimentar su protección el 13 de mayo de hace veinte años. Le renovamos la súplica por Tierra Santa, para que sean purificados los corazones y propósitos de todos, para que cesen las masacres y para que las energías de unos y otros se empleen finalmente para la construcción efectiva y duradera de la paz.

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ZENIT Staff

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