Oriente Medio, si hay acción militar que sean los países musulmanes bajo la ONU

Entrevista al Observador del Vaticano en la ONU. Mons. Tomasi: ‘Que no sea vista como una guerra de religión’. La fuerza militar ‘in extrema ratio’ para defender. Pero sin el diálogo no basta

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En Oriente Medio se registran una variedad de problemas que se entrelazan y que no encontrarán solución si no se reúnen alrededor de una mesa quienes tienen intereses militares y políticos en esta parte del mundo. Lo indicó el observador de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra, Mons. Silvano Tomasi en esta entrevista a ZENIT. Y precisa que si la comunidad internacional tiene que recurrir al uso de la fuerza, sea en ‘extrema ratio’.
El observador del Vaticano añade: “Para evitar que una eventual intervención militar pueda ser vista como una intromisión de Occidente en los asuntos de Oriente Medio, o como una guerra de religiones, los países musulmanes tienen que ser directamente involucrados. Naturalmente la acción tiene que realizarse bajo la égida de las Naciones Unidas. Sin olvidar que si bien ‘la máquina de la ONU parece lenta, entretanto es una garantía’. Además advierte: ‘No querríamos encontrarnos dentro de algunos años a escuchar los procesos posteriores en los que la comunidad internacional se interroga el porqué de la ausencia de una intervención’.
A continuación la entrevista:

Miles de cristianos y minorías son desplazadas y masacradas en Siria, Irak y otros países, por los milicianos del Califato Islámico. El diálogo con ellos no funciona, y parcialmente con otros Gobiernos. ¿Cómo proceder?
– Mons. Tomasi: Estamos delante de una situación fluida donde se entrelazan una variedad de problemas que provocan respuestas irracionales. Hasta el momento en el cual no se logre hacer dialogar alrededor de una mesa a quienes representan los intereses políticos y militares en esta parte del mundo, todos los intentos resultarán inútiles. Si no logramos instaurar un diálogo no podemos imaginar que se logre el final de tanta violencia y de las persecuciones.  
Nuestra actividad multilateral y la declaración conjunta del 13 de marzo pasado es un ejemplo. Estamos buscando una convergencia de intereses políticos y militares en esta parte del mundo y estamos animando a todos los representantes políticos del complejo cuadro medioriental a que actúen.
Un diálogo directo es difícil: falta un interlocutor de referencia. Existen varias fuerzas que tratan de interactuar a nivel político, a nivel cultural y a nivel religioso. Pero sin una coordinación clara y eficaz.

¿Con las decapitaciones colectivas y todas estas brutalidades, el Califato islámico no querrá provocar una reacción de Occidente para liderar a los musulmanes indecisos a enfrentar una ‘cruzada occidental’? ¿Cómo intervenir sin que sea considerada una reacción occidental?
– Mons. Tomasi: Para evitar una lectura simplista que podría encuadrar a esta situación con una guerra de religión es necesario tener cuenta las palabras llenas de sabiduría del santo padre Francisco durante su visita a Turquía, el mes de noviembre pasado, cuando recordó que “una contribución importante puede venir del diálogo interreligioso e intercultural, para expulsar cualquier forma de fundamentalismo y de terrorismo, que humilla gravemente la unidad de todos los hombres e instrumentaliza la religión”.

La Santa Sede busca siempre la paz a través del diálogo ¿verdad?
– Mons. Tomasi: Una intervención militar internacional para defender a la minoría amenazadas es una doctrina que ha sido desarrollada sea por el derecho internacional, que en las enseñanzas de la doctrina de la Iglesia Católica. Para evitar que una eventual intervención militar pueda ser vista como una injerencia de Occidente en los asuntos de Oriente Medio, o como una guerra de religión entre los países musulmanes de Oriente Medio. Los países musulmanes tienen que ser directamente involucrados. Naturalmente la acción debería ser realizada bajo la égida de las Naciones Unidas. Proceder de otra manera abriría el camino a males peores. Seguramente la máquina de la ONU es lenta y muchas veces parece no dar respuesta en tener tiempos útiles. Pero es una garantía de imparcialidad y de búsqueda del bien común.

¿Hasta qué punto es lícito usar la fuerza?
– Mons. Tomasi: Lo ideal es no tener que usar nunca la fuerza. En realidad suelen plantearse situaciones de emergencia cuando se deben salvar vidas inocentes. El papa Juan Pablo II en el mensaje para la Jornada de la Paz del 2000 indicó algunas líneas que son válidas también para la situación actual: “Evidentemente cuando las poblaciones civiles corren peligro de sucumbir bajo los golpes de un injusto agresor, y cuando no sirvieron para nada los refuerzos de la política y los instrumentos de defensa no violentos, es legítimo e incluso un deber empeñarse con iniciativas concretas para desarmar al agresor. Estas entre tanto tienen que ser circunscritas en el tiempo y precisas en sus objetivos, conducidas en el pleno respeto del Derecho Internacional, garantizada por una autoridad reconocida a nivel supranacional y de todos modos nunca dejada a la mera lógica de las armas”.
El derecho a defenderse, o sea el uso de la fuerza por parte de la comunidad internacional en defensa de quienes están impedidos a ejercitar sus derechos fundamentales, es una doctrina consolidada en las Naciones Unidas como en la Doctrina Social de la Iglesia.
De hecho existe obligación para la comunidad internacional de responder y detener en particular cualquier tipo de genocidio.
‘No querríamos encontrarnos dentro de algunos años a escuchar los conocidos procesos posteriores,  en los cuales la comunidad internacional se interroga el porqué de la ausencia de una intervención’.

¿Una intervención de la comunidad internacional que características debería tener?
– Mons. Tomasi: La comunidad internacional después de las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial creó reglas y instrumentos para enfrentar las emergencias humanitarias. En particular le corresponde al Consejo de Seguridad determinar las modalidades y los tiempos de una eventual intervención. La posición de la Santa Sede desde siempre es la de facilitar el diálogo en favor de una solución pacífica de la crisis y animar a la comunidad internacional para que actúe unida, en particular para detener esta especie de genocidio que están sufriendo los cristianos y otras comunidades en Oriente Medio. Naturalmente, la vía del diálogo es difícil con un grupo que no tiene ningún tipo de respeto por el derecho internacional y ningún deseo de dialogar.

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Sergio Mora

Buenos Aires, Argentina Estudios de periodismo en el Istituto Superiore di Comunicazione de Roma y examen superior de italiano para extranjeros en el Instituto Dante Alighieri de Roma. Periodista profesional de la Associazione Stampa Estera en Italia, y publicista de la Orden de periodistas de Italia. Fue corresponsal adjunto del diario español El País de 2000 a 2004, colaborador de los programas en español de la BBC y de Radio Vaticano. Fue director del mensual Expreso Latino, realizó 41 programas en Sky con Babel TV. Actualmente además de ser redactor de ZENIT colabora con diversos medios latinoamericanos.

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