Otros jóvenes para otra patria

Por monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de las Casas

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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, sábado, 17 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas, con el título “Otros jóvenes para otra patria”.

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En varios países latinoamericanos celebramos en estos días las fiestas patrias de independencia. Nos alegramos por las múltiples manifestaciones del amor de Dios a nuestros pueblos, tanto en recursos naturales, como en historia, en valores, en personas heroicas en su acontecer diario. En general, las familias conservan su vitalidad y armonía, a pesar de tantos ataques contraculturales. Tenemos ejemplos preclaros de solidaridad, sacrificio, trabajo y fe en Dios. Cuando Europa está arrancando sus raíces cristianas, con lo cual dará menos frutos de justicia, de verdad y de amor, América Latina lucha por revitalizar su cristianismo en una misión permanente.

Somos un Continente donde la población juvenil es numerosa. Es cierto que muchos se han dejado atrapar por los vicios y la obtención de dinero con medios ilícitos y criminales; otros están deslumbrados por todo tipo de modas; pero también hay muchos que estudian y trabajan, siguen integrados a sus familias, son responsables, han descubierto a Jesucristo y su vida ha cambiado; se integran a grupos de pastoral juvenil y quieren asumir responsabilidades para hacer una patria mejor. Comparto lo que a esta otra juventud dijo el Papa Benedicto XVI en Madrid.

JUZGAR

Al concluir la Jornada Mundial de la Juventud, expresó: “Habéis encontrado a Jesucristo. Os sentiréis yendo contra corriente en medio de una sociedad donde impera la cultura relativista que renuncia a buscar y a poseer la verdad. Pero el Señor os ha enviado en este momento de la historia, lleno de grandes desafíos y oportunidades, para que, gracias a vuestra fe, siga resonando por toda la tierra la Buena Nueva de Cristo.

Respondedle con generosidad y valentía, como corresponde a un corazón joven como el vuestro. Decidle: Jesús, yo sé que Tú eres el Hijo de Dios que has dado tu vida por mí. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu palabra. Tú me conoces y me amas. Yo me fío de ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone.

De esta amistad con Jesús nacerá también el impulso que lleva a dar testimonio de la fe en los más diversos ambientes, incluso allí donde hay rechazo o indiferencia. No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás. Por tanto, no os guardéis a Cristo para vosotros mismos. Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe. El mundo necesita el testimonio de vuestra fe, necesita ciertamente a Dios. También a vosotros os incumbe la extraordinaria tarea de ser discípulos y misioneros de Cristo en otras tierras y países donde hay multitud de jóvenes que aspiran a cosas más grandes y, vislumbrando en sus corazones la posibilidad de valores más auténticos, no se dejan seducir por las falsas promesas de un estilo de vida sin Dios.

Cristo os pide hoy que estéis arraigados en Él y construyáis con Él vuestra vida sobre la roca que es Él mismo. Él os envía para que seáis testigos valientes y sin complejos, auténticos y creíbles. No tengáis miedo de ser católicos, dando siempre testimonio de ello a vuestro alrededor, con sencillez y sinceridad. Que la Iglesia halle en vosotros y en vuestra juventud a los misioneros gozosos de la Buena Noticia. Él quiere que seáis sus apóstoles en el siglo veintiuno y los mensajeros de su alegría. ¡No lo defraudéis!” (21-VIII-2011).

ACTUAR

En vez de sólo quejarnos de los jóvenes actuales, démosles oportunidad de ser escuchados, de participar en iniciativas de servicio a la comunidad y de evangelización misionera; abramos espacios de diálogo familiar, social y eclesial. Ellos tienen hambre de ser tomados en cuenta; hambre de cariño y comprensión; hambre de Dios. Por ello, el Papa nos anima “a seguir cultivando la pastoral juvenil con entusiasmo y dedicación. Los jóvenes responden con diligencia cuando se les propone con sinceridad y verdad el encuentro con Jesucristo, único redentor de la humanidad. No temáis presentar a los jóvenes el mensaje de Jesucristo en toda su integridad e invitarlos a los sacramentos, por los cuales nos hace partícipes de su propia vida”. Jesucristo es la esperanza y el camino para que haya otra juventud, que construya una nueva patria.

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ZENIT Staff

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