Pakistán: Intento de conversión forzada al Islam acaba con la muerte de un joven católico

Desde el episcopado se pide justicia a las autoridades

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LAHORE, martes, 11 mayo 2004 (ZENIT.org).- La Comisión Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal de Pakistán ha pedido a las autoridades de Punjab justicia por la muerte de un joven católico tras las torturas a las que fue sometido por un profesor y algunos estudiantes de una escuela islámica para lograr su conversión al Islam.

Dicha Comisión ha decidido llevar a los responsables a los tribunales y en una declaración del pasado 4 de mayo ha denunciado la «peligrosa tendencia a las conversiones forzadas» que refleja el suceso, según recoge «Asianews».

El pasado 17 de abril, Javed Anjum, estudiante de economía y comercio de 18 años de edad, se detuvo a beber agua en un surtidor en Toba Tek Singh, a unos 300 kilómetros al sur de Islamabad.

Un profesor y algunos estudiantes de la Jamia Hassan bin Almurtaza Madrasa, una escuela religiosa islámica cercana, le capturaron.

Durante cinco días fue torturado hasta que sus condiciones fueron tan graves que sus maltratadotes le llevaron a una comisaría de policía. Afirmaron que Javed Anjum había intentado robar una bomba eléctrica de agua y le denunciaron por el robo.

El joven permaneció en custodia de la policía hasta el 24 de abril, cuando algunos médicos por fin le atendieron. Era demasiado tarde, de acuerdo con la investigación de la Comisión episcopal.

El joven murió el 2 de mayo en un hospital de Faisalabad por «fallo renal». Los días anteriores, los médicos le habían diagnosticado también la fractura de algunas costillas y la pérdida de la vista.

Justicia y Paz afirma que la policía rehusó verificar las causas de las lesiones de Anjum e investigar las acusaciones presentadas contra él.

Peter Jacob, secretario ejecutivo de la Comisión Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal de Pakistán, declaró el viernes pasado que los responsables de la escuela islámica intentan dar la impresión de que Anjum era un drogadicto. Incluso los responsables políticos musulmanes local están apoyando y defendiendo la escuela.

«Todo esto demuestra que los culpables son conscientes de cuanto han hecho y desesperadamente intentan esconderlo con falsas acusaciones», manifestó Jacob.

La Comisión episcopal denuncia que «la intolerancia religiosa y la discriminación están en la base de algunos incidentes recientes en los que algunos jóvenes no musulmanes han sido convertidos a la fuerza al Islam y circuncidados contra su voluntad».

El pasado noviembre, otro muchacho pakistaní católico de 15 años, Zeeshan Gill, fue capturado por algunos compañeros de escuela y obligado a hacerse musulmán. Algunos clérigos islámicos le amenazaron y golpearon, obligándole a seguir lecciones en la Madrasa Jamia al Qasim al Aloom, una escuela islámica con un colegio anexo. Zeesham Gill logró huir, pero desde entonces él y sus familiares permanecen escondidos por temor a ser asesinados.

La Comisión Justicia y Paz del episcopado de Pakistán ha pedido al gobierno de Punjab no sólo que haga justicia en el caso de Anjum, sino que «adopte medidas a largo plazo para erradicar el odio religioso y las acciones oportunas contra los que cometen estos odiosos crímenes de acuerdo con la ley».

En una declaración pública pide además al gobierno federal que «asegure igualdad en los derechos y en las oportunidades, único modo para construir una sociedad basada en la justicia, la paz y los derechos humanos».

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ZENIT Staff

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