Papa: los fieles deben participar “en primera persona en la vida pública”

Celebra el Rosario con los obispos italianos por los 150 años de unidad de Italia

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ROMA, jueves 26 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- El Papa celebró hoy jueves por la tarde el Rosario en la basílica papal de Santa María la Mayor en Roma, junto a los obispos italianos reunidos en Asamblea general.

El Papa hizo a los prelados un fuerte llamamiento a que alienten la participación de los fieles en la vida pública personalmente.

“¡La fe, de hecho, no es alienación: son otras las experiencias que contaminan la dignidad del hombre y la calidad de la convivencia social!”, exclamó el Pontífice.

“En cada época histórica el encuentro con la palabra siempre nueva del Evangelio fue manantial de civilización, construyó puentes entre los pueblos y enriqueció el tejido de nuestras ciudades, expresándose en la cultura, en las artes y, no en último lugar, en las mil formas de la caridad”.

El Papa pidió a los obispos italianos que estimulen a los fieles laicos a “vencer todo espíritu de cerrazón, distracción e indiferencia, y a participar en primera persona en la vida pública” para construir una sociedad que respete plenamente la dignidad humana.

Benedicto XVI insistió en la importancia de “las iniciativas de formación inspiradas en la doctrina social de la Iglesia, para que quien está llamado a responsabilidades políticas y administrativas no sea víctima de la tentación de explotar su posición por intereses personales o por sed de poder”.

Es muy importante también, subrayó, “apoyar la vasta red de agregaciones y de asociaciones que promueven obras de carácter cultural, social y caritativo”.

Respecto al actual debate sobre la división Norte-Sur en Italia, el Papa invitó a los obispos a “renovar las ocasiones de encuentro, en el signo de la reciprocidad, entre el Norte y el Sur”.

“Ayudad al Norte a recuperar las motivaciones originarias de ese vasto movimiento cooperativista de inspiración cristiana que fue animador de una cultura de la solidaridad y del desarrollo económico. Igualmente, invitad al Sur a poner en circulación, en beneficio de todos, los recursos y las cualidades de que dispone y esos rasgos de acogida y hospitalidad que le caracterizan”.

“En una época en la que surge cada vez con más fuerza la petición de sólidas referencias espirituales, sabed plantear a todos lo que es peculiar de la experiencia cristiana: la victoria de Dios sobre el mal y sobre la muerte, como horizonte que arroja una luz de esperanza sobre el presente”, les conminó el Papa.

Italia, afirmó el Papa, “con razón” puede “estar orgullosa de la presencia y de la acción de la Iglesia. Ésta no persigue privilegios ni pretende sustituir las responsabilidades de las instituciones políticas; respetuosa de la legítima laicidad del Estado, está atenta en apoyar los derechos fundamentales del hombre”.

“la Iglesia – fuerte por una reflexión colegial y por la experiencia directa sobre el terreno – sigue ofreciendo su propia contribución a la construcción del bien común, recordando a cada uno su deber de promover y tutelar la vida humana en todas sus fases y de sostener con los hechos la familia; esta sigue siendo, de hecho, la primera realidad en la que pueden crecer personas libres y responsables, formadas en esos valores profundos que abren a la fraternidad y que permiten afrontar también las adversidades de la vida”.

María, modelo de los cristianos

Recordando que Santa María la Mayor es la primera Basílica en Occidente dedicada a la Virgen, el Papa subrayó que la Virgen es el modelo de la Iglesia, “es la que nos pone ante el espejo, en el que somos invitados a reconocer nuestra identidad”.

“ Su vida es un llamamiento a reconducir lo que somos a la escucha y a la acogida de la Palabra, llegando en la fe a proclamar la grandeza del Señor, ante la cual nuestra única posible grandeza es la que se expresa en la obediencia filial”, añadió.

“ María se fió: ella es la ‘bendita’, lo es por haber creído”. Abriéndose a la acción del Espíritu, “engendra al Hijo, presencia del Dios que viene a habitar la historia y la abre a un inicio nuevo y definitivo, que es posibilidad para cada hombre de renacer de lo alto, de vivir en la voluntad de Dios y por tanto de realizarse plenamente.”.

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ZENIT Staff

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