Para descubrir el amor de Dios hacen falta testigos; afirma el predicador del Papa

Para experimentar su amor, la clave es la humildad; añade

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CIUDAD DEL VATICANO, 10 marzo 2003 (ZENIT.org).- Para que los hombres y las mujeres descubran el amor de Dios hacen falta testigos que antes hayan hecho esta experiencia, afirmó este lunes el predicador de los ejercicios espirituales en los que participa el Papa.

Monseñor Angelo Comastri, arzobispo del Santuario italiano de Loreto, en su primer día de meditaciones, explicó que «el cristianismo se basa en la certeza de que Dios ha entrado en la historia de los hombres y, si Dios ha entrado en la historia de los hombres, es posible encontrarse con Dios».

«Es posible acercarse a Dios, incluso es posible ver a Dios –insistió el prelado–. Y quienes encuentran a Dios, quienes ven a Dios, se convierten necesariamente en testigos de Dios», añadió el prelado en la síntesis de su meditación que pudo escucharse por las ondas de «Radio Vaticano».

Escuchaban al arzobispo Juan Pablo II y sus más cercanos colaboradores de la Curia Romana en la capilla Redemptoris Mater del Palacio Apostólico Vaticano, que participan en los ejercicios espirituales que duran esta semana hasta concluir el próximo sábado.

«Para poder dar testimonio es necesario un encuentro –seguía diciendo el predicador–. El apóstol Pablo se encontró con Jesús en el camino de Damasco. Después de aquel encuentro, Pablo no pudo detenerse. Se calcula que el apóstol recorrió unos 8.000 kilómetros a pie y entre 9.000 y 10.000 kilómetros en barco. ¿Por qué? Porque no lograba contener el fuego que tenía tras el encuentro de Jesús».

Monseñor Comastri preguntó después cuáles son las condiciones para poder encontrarse con Dios y hacer la experiencia de su amor.

«La respuesta –reconoció– nos la da una vez más la Palabra de Dios, el Antiguo y el Nuevo Testamento».

«En el Antiguo Testamento se dice en varias ocasiones que «los llamados por Dios» y los que responden a Dios son siempre y sólo los humildes».

«Abraham es un anciano llamado a convertirse en padre –dijo poniendo un ejemplo bíblico–. Podría parecer una broma: no, no era una broma, era un desafío al orgullo y Abraham venció este desafío. Fue humilde y creyó».

«En el Evangelio –siguió diciendo– nos damos cuenta que la creatura más humilde es María. En María, la experiencia de Dios alcanza la cumbre», constató.

«Su apertura a Dios se hizo tan intensa, tan grande, que con su «sí» se convirtió en la casa de Dios entre los hombres», explicó.

«María es la experiencia más grande de Dios, pues el corazón de María fue el corazón más humilde que haya aparecido sobre la faz de la tierra», insistió.

«Esta es la conclusión de este primer día [de ejercicios espirituales]», explicó el predicador: «Seamos humildes». «Es una condición indispensable para encontrar a Dios y ser testigos de Dios».

Durante estos días de ejercicios espirituales, al igual que todos los años, Juan Pablo II ha cancelado sus audiencias públicas para dedicarse a la oración.

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ZENIT Staff

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