Para luchar contra el hambre, el Papa exige recuperar los auténticos valores de la agricultura

La persona tiene que volver a ser la protagonista del desarrollo rural, propone

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 19 octubre 2006 (ZENIT.org).- La lucha contra el hambre, según Benedicto XVI, exige recuperar los auténticos valores del trabajo agrícola, como son el protagonismo de la persona, la importancia de la familia, y la solidaridad.

El Santo Padre hace esta propuesta en el menaje que ha dirigido al director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Jacques Diouf, con motivo de la Jornada Mundial de la Alimentación 2006, celebrada el 16 de octubre.

Comentando el tema escodo para la Jornada de este año, «Invertir en la agricultura para la seguridad alimentaria», el obispo de Roma invita «a reflexionar en los diferentes factores que dificultan la lucha contra el hambre, muchos de ellos provocados por el ser humano».

«No se presta la suficiente atención a las necesidades de la agricultura, y esto altera el orden de la creación y pone en peligro el respeto por la dignidad humana», denuncia.

La misiva recuerda en particular a «quienes han tenido que abandonar sus granjas a causa de los conflictos, de los desastres naturales y del abandono por parte de la sociedad del sector agrícola».

«Solidaridad es la clave para identificar y eliminar las causas de la pobreza y el subdesarrollo», asegura.

De hecho, constata, «con frecuencia, la acción internacional para combatir el hambre ignora el “factor humano” y da prioridad más bien a los aspectos técnicos y socioeconómicos».

Por ello, considera, «las comunidades locales necesitan quedar involucradas en opciones y decisiones que afectan a la tierra, pues las tierras de cultivo se están orientando cada vez más hacia otros objetivos, provocando con frecuencia efectos dañinos en el ambiente y para la viabilidad a largo plazo de la tierra».

«Si la persona humana es tratada como protagonista, queda claro que las ganancias a corto plazo deben ser enmarcadas en el contexto de una mejor programación a largo plazo para la seguridad alimentaria, teniendo en cuenta tanto la cantidad como la calidad», indica.

«El orden de la creación exige que se dé prioridad a aquellas actividades humanas que no causan un daño irreversible a la naturaleza, sino que por el contrario se integran en el tejido social, cultural y religioso de las diferentes comunidades», propone.

«La familia rural necesita recuperar su legítimo lugar en el corazón del orden social –concluye–. Sus principios morales y los valores que la gobiernan pertenecen a la herencia de la humanidad y deben ser prioritarios para las legislaciones».

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ZENIT Staff

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