Pascua en el Polo Norte: Sale de Roma una peregrinación aventurera

El Papa da la señal de salida a una singular expedición

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CIUDAD DEL VATICANO, 20 mar 2001 (ZENIT.org).- El Polo Norte es también meta de peregrinaciones en las que se puede admirar el intenso reflejo de la belleza de Dios. Lo constató esta mañana Juan Pablo II al recibir a un grupo de aventureros que en los próximos días partirá rumbo hacia aquellas tierras congeladas a donde pretende llegar el día de Pascua.

Esta expedición es un signo concreto que manifiesta el deseo del hombre por explorar «el maravilloso libro de la Creación», constató el pontífice, al dirigirse a sus cincuenta deportivos huéspedes esta mañana.

El escenario escogido por este original grupo de peregrinos es realmente fascinante: rayos de luz cegadores que resbalan en un superficie intensamente blanca, en temperaturas que oscilan entre los diez y los veinte grados bajo cero en estas fechas. En este escenario, el día de Pascua, colocarán en el punto de correspondencia con el Polo Norte una cruz. En el silencio glacial, en ese día de Pascua, resonarán sólo los cantos y el eco de la liturgia eucarística.

Los peregrinos querían que fuera el mismo Papa quien bendijera la cruz, y el pontífice alpinista no les decepcionó. Es más, esta mañana pasó un rato con ellos para preguntarles detalles sobre los preparativos de la expedición.

La comitiva será guiada por Dodo Perri, experto en exploraciones sobre hielo, y uno de los máximos expertos en el deporte del «sled dog» (carreras sobre hielo abordo de trineos tirados por perros). Recorrerá el épico trayecto hacia el Polo Norte realizado a caballo del siglo XIX y XX por el joven italiano Luigi Amedeo de Savoya, quien después de haber sido testigo de la muerte de varios compañeros, se vio obligado a regresar al llegar al 86°34″ de latitud norte. Una aventura que debía contar con la participación del joven sacerdote alpinista, Achille Ratti. El futuro Papa Pío XI no pudo participar por un imprevisto de última hora.

La conquista del Polo Norte tuvo lugar siete años después, por obra del explorador noruego Roald E. Amundsen.

El Papa se refirió en su breve discurso a sus huéspedes exploradores a aquella primera expedición fracasada de Luigi Amedeo de Savoya. «En cierto sentido –recordó– deseáis completar la difícil expedición de 1900 y emular a aquellos hombres que se propusieron alcanzar en condiciones difíciles metas que hasta entonces no había tocado el hombre».

El obispo de Roma reconoció que esta aventura será una ocasión para sorprenderse ante los prodigios de la naturaleza. «Al plantar «el árbol de la cruz» y al renovar el sacrificio eucarístico en los «confines de la tierra» pretendéis recordar que la humanidad encuentra su auténtica dimensión sólo cuando es capaz de fijar su mirada en Cristo», concluyó.

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ZENIT Staff

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