Pasos adelante en el encuentro sobre la mujer en las Naciones Unidas

Concluida la sesión de la Comisión sobre la Condición de las Mujeres

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NUEVA YORK, domingo, 13 marzo 2005 (ZENIT.org).- Tras la sesión de las Naciones Unidas sobre las mujeres, concluida después de dos semanas este 11 de marzo, la embajadora de los Estados Unidos ante el Comité sobre la Condición de las Mujeres (CSW), Ellen Saurbrey, afirma que, a pesar de los problemas surgidos, ha sido un éxito.

Saurbrey, ha hecho con Zenit un balance de esta asamblea, en la por falta de tiempo se han aprobado sólo 6 de las 10 propuestas presentadas, orientadas a promover la Plataforma de Acción de la Conferencia de Pekín de 1995, cuyo objetivo es el de mejorar las condiciones de vida de las mujeres en el mundo.

Las resoluciones adoptadas buscan la integración del género en las políticas y en los programas nacionales; el nombramiento de un responsable especial para la cuestión de la discriminación contra las mujeres; la integración de una perspectiva de género en las ayudas ofrecidas tras los desastres; afrontar la cuestión de las mujeres indígenas; promover el progreso económico de las mujeres; así como luchar contra el tráfico de mujeres.

Los dos últimos puntos, propuestos por los Estados Unidos, han sido los más controvertidos.

Los delegados de las Naciones Unidas discutieron ampliamente sobre la formulación de documentos que afectan al tráfico sexual antes de redactar una declaración que busca «eliminar la demanda de mujeres y niñas para cualquier forma de abuso» comercial.

Tras fuertes presiones por parte de la Unión Europea, que trataba de eliminar palabras como «sexual» y «prostitución» de la Resolución titulada «Eliminar la demanda del tráfico de mujeres y de niñas de cualquier forma de tráfico», los Estados Unidos recibieron el apoyo de 50 países a su propuesta.

Saurbrey confiesa a Zenit que su delegación se siente «muy contenta» por el hecho de que se haya afrontado la cuestión del comercio sexual de mujeres.

«Nos encontramos en una estructura que quiere concentrarse en la protección de los derechos fundamentales de las mueres, pero ignora lo que es más degradante, la formas humillantes de explotación de la mujeres».

«La prostitución constituye una tremenda deshumanización y es también una grave violencia contra las mujeres… Es fundamental que los países ricos, como los nuestros, y las naciones destinatarias del tráfico de mujeres asuman sus propias responsabilidades», añadió en declaraciones a Zenit.

En su resolución, los Estados Unidos habían recomendado quitar la expresión «forced prostitution» («prostitución forzada») del documento, para utilizar simplemente la palabra prostitución a la hora de afrontar la cuestión del tráfico de seres humanos.

Las organizaciones no gubernamentales religiosas presentes, si bien compartían el sentido de la resolución, explicaron que esta formulación podía tener un «efecto boomerang», pues podía sentar las bases para la legalización de la prostitución en los países más débiles.

Tras la presentación de numerosas enmiendas por parte de otros Estados, los Estados Unidos decidieron retirar su propuesta, pues ya en ese momento «iba más allá de su objetivo original».

El documento fue adoptado sin el apoyo norteamericano, pero la embajadora Saurbrey considera que, de todos modos, se ha alcanzado un buen resultado.

«Nuestro primer éxito –afirma– ha sido el de lograr un claro consenso internacional sobre el hecho de que la Conferencia de Pekín no creó derechos humanos internacionales» nuevos, como por ejemplo «el derecho al aborto».

Uno de los problemas que han emergido en la discusión se ha centrado en la dificultad para seguir los debates, que tuvieron lugar en inglés.

Maylis Gillier y Anne Girault, traductoras profesionales que trabajaban con las organizaciones no gubernamentales a favor de la familia, explican que había 63 países francófonos, pero casi no se les ha escuchado por problemas lingüísticos.

«Para ser el otro idioma oficial de las Naciones Unidas, es raro que se haya escuchado tan poco. Es fundamental el que se escuche la información correcta», explican a Zenit.

Girault añade que «por desgracia el único encuentro entre los países francófonos fue para protestar contra esta barrera lingüística, en vez de discutir sobre argumentos importantes».

«Con la traducción –concluye– se pierde mucho y algunos países africanos se sentían frustrados por este motivo, hasta el punto de que a algunos les recordaba el colonialismo».

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ZENIT Staff

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