Pasos hacia la unidad

Reflexiones de Mons. Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas sobre el diálogo con otras religiones en su diócesis

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Desde hace 22 años, los obispos locales y los líderes de bautistas, presbiterianos, adventistas, nazarenos, mormones, Buen Pastor y de otras denominaciones, instituimos el Consejo Interreligioso de Chiapas, cuyo objetivo es promover el crecimiento en la fe y en la experiencia espiritual con Jesucristo; promover el respeto y la fraternidad en la pluralidad y en el diálogo, a nivel de iglesias; colaborar en el proceso de pacificación de Chiapas; aportar acciones solidarias para la solución de los problemas, tales como libertad, justicia, tolerancia, derechos humanos, etc., particularmente en casos de desastres y contingencias, en la medida de nuestras posibilidades y como ministros de culto, y promover en forma conjunta los valores bíblicos, culturales y de desarrollo social. Nos reunimos cada cuatro meses, analizamos situaciones conflictivas por motivos religiosos y tratamos de darles seguimiento. Promovemos acciones evangelizadoras y de servicio a la comunidad en forma conjunta; por ejemplo, tendremos un programa televisivo, durante una semana, sobre valores cristianos propios de estas fechas navideñas, con los diversos miembros del Consejo.

Desde hace 14 años, con ocasión de Navidad, organizamos, en las cuatro ciudades más importante, un concierto interreligioso, que llamamos “Voces por la Paz”, en que participan coros de las diferentes iglesias y, al final, todos cantamos “Noche de Paz”. Además, de cuando en cuando organizamos momentos de oración interconfesional, sobre todo con ocasión de la semana de oración por la unidad de los cristianos. Es una pequeña semillita, pero que, al tiempo del Espíritu, da sus frutos.

Sin embargo, nuestro país se está fracturando por la contraposición radical de grupos, personas, organizaciones y partidos políticos. No hay convivencia social, ni respeto entre posturas diversas, sino enfrentamiento, descalificación, violencia y lucha despiadada contra quien no comulgue con nuestra ideología. La violencia social está a flor de piel.

PENSAR

Sobre estas realidades, dice el Papa Francisco: “Desde el comienzo hubo divisiones entre los cristianos, y aún hoy, por desgracia, sigue habiendo rivalidades y conflictos entre nuestras comunidades. Dicha situación debilita nuestra capacidad de cumplir el mandato del Señor de anunciar el Evangelio a todas las naciones. La realidad de nuestras divisiones afea la belleza de la única túnica de Cristo, pero no destruye completamente la profunda unidad generada por la gracia en todos los bautizados. Es cierto que la eficacia del anuncio cristiano sería mayor si los cristianos superaran sus divisiones y pudieran celebrar juntos los sacramentos y juntos difundir la Palabra de Dios y testimoniar la caridad. Me alegra saber que, en diversas partes del mundo, católicos y evangélicos han establecido relaciones de fraternidad y colaboración” (6-XI-2014).

El Papa resalta “el valor, en nuestro mundo atormentado, de un claro testimonio de unidad entre los cristianos y de una muestra explícita de estima, de respeto y, más precisamente, de fraternidad entre nosotros. Esta fraternidad es un signo luminoso y atrayente de nuestra fe en Cristo resucitado. En efecto, si como cristianos tratamos de responder de modo incisivo a las numerosas problemáticas y a los dramas de nuestro tiempo, es preciso hablar y actuar como hermanos, de tal modo que todos puedan reconocerlo fácilmente. También este es un modo -tal vez para nosotros el primero- de responder a la globalización de la indiferencia con una globalización de la solidaridad y de la fraternidad, que entre los bautizados deberá resplandecer de modo aún más nítido” (7-XI-2014).

Decía Pablo VI: “¿Cómo podemos anunciar de modo creíble el mensaje de paz que viene de Cristo, si entre nosotros continúa habiendo rivalidades y contiendas?” (EN 77).

ACTUAR

Eduquémonos y eduquemos para la fraternidad y la solidaridad, para el respeto entre todos, desde la familia, la escuela, los medios de comunicación y las iglesias. Todos somos corresponsables de la suerte de nuestro país.

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Felipe Arizmendi Esquivel

Nació en Chiltepec el 1 de mayo de 1940. Estudió Humanidades y Filosofía en el Seminario de Toluca, de 1952 a 1959. Cursó la Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca, España, de 1959 a 1963, obteniendo la licenciatura en Teología Dogmática. Por su cuenta, se especializó en Liturgia. Fue ordenado sacerdote el 25 de agosto de 1963 en Toluca. Sirvió como Vicario Parroquial en tres parroquias por tres años y medio y fue párroco de una comunidad indígena otomí, de 1967 a 1970. Fue Director Espiritual del Seminario de Toluca por diez años, y Rector del mismo de 1981 a 1991. El 7 de marzo de 1991, fue ordenado obispo de la diócesis de Tapachula, donde estuvo hasta el 30 de abril del año 2000. El 1 de mayo del 2000, inició su ministerio episcopal como XLVI obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, una de las diócesis más antiguas de México, erigida en 1539; allí sirvió por casi 18 años. Ha ocupado diversos cargos en la Conferencia del Episcopado Mexicano y en el CELAM. El 3 de noviembre de 2017, el Papa Francisco le aceptó, por edad, su renuncia al servicio episcopal en esta diócesis, que entregó a su sucesor el 3 de enero de 2018. Desde entonces, reside en la ciudad de Toluca. Desde 1979, escribe artículos de actualidad en varios medios religiosos y civiles. Es autor de varias publicaciones.

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