Patriarca de Jerusalén: No podemos organizar fiestas entre muerte y ruinas

La Navidad alienta el compromiso por la paz de los cristianos

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BELÉN, 24 dic 2000 (ZENIT.org).- La Navidad del año 2000 tenía que haber sido, según los planes establecidos por Juan Pablo II para el Jubileo, uno de los momentos más importantes para Tierra Santa en los últimos tiempos. Por primera vez en la historia, el pontífice había previsto que junto a Roma, el año santo tuviera como foco central, la tierra de Jesús. La violencia, sin embargo, ha expulsado a los peregrinos y ha echado por tierra las celebraciones.

El patriarca latino de Jerusalén, Su Beatitud Michel Sabbah, ha revelado a los micrófonos de Radio Vaticano el espíritu que anima a los cristianos en esta Navidad en la ciudad en la que nació Jesús.

–¿Cómo viven ustedes estos momentos?

–Monseñor Michel Sabbah: Se están celebrando todas las tradiciones propias de la Navidad. Así también, se celebra la misa de Nochebuena. Sin embargo, no hay manifestaciones de fiesta en las calles, ni decoraciones. Y esto se debe al hecho de que no hay alegría en nuestros corazones, ni gozo en las casas demolidas. No hay posibilidad de expresar alegría en medio de las ruinas, de los bombardeos, de las aldeas asediadas. En el interior de las casas y de las iglesias estamos tratando de aprovechar la gracia y la alegría de la Navidad, para poder renovar la esperanza en los corazones, a pesar de todas las dificultades que vivimos.

–¿Está lejos, según usted, la paz en Oriente Medio y en Tierra Santa?

–Monseñor Michel Sabbah: Creo que esta paz puede ser una sorpresa, en el sentido de que podría verificarse en breve tiempo, pero también es verdad que podría requerir de muchos años para realizarse. Todo depende ante todo de la gracia de Dios. Pero después depende también de los líderes políticos y, sobre todo, de su capacidad para comprender las exigencias de la justicia y de la dignidad humana. Valores éstos que los políticos no sólo tienen que reconocer para su pueblo, sino también para el pueblo que hoy es su adversario.

–¿Ha experimentado algún cambio en las relaciones religiosas entre las comunidades judía y musulmana?

–Monseñor Michel Sabbah: No. Todo se mueve en la lógica del conflicto: todo jefe religioso sigue a su jefe político.

–Con las fiestas de Navidad y de Reyes (Epifanía), concluirá también el Jubileo del año 2000. ¿Cuál es su auspicio para la Iglesia de Tierra Santa que entra en el tercer milenio?

–Monseñor Michel Sabbah: En Tierra Santa están presentes seis iglesias católicas: hemos celebrado un Sínodo que hemos querido concluir precisamente en el año 2000. Tras el Sínodo, se ha establecido un plan pastoral para el futuro de la Iglesia. Mi deseo personal es que esta nueva visión que surge del Sínodo pueda influir y ayudar a todas las iglesias a caminar juntas por un nuevo desarrollo espiritual y social.

Además, mi deseo para todas las Iglesias de Tierra Santa –ortodoxas, católicas y protestantes– es que el compromiso de caminar juntos –comenzado hace diez años, a pesar de las divisiones y de las diferencias– pueda continuar y ampliarse hasta llegar a ese momento tan querido por Dios: la unión entre todas las Iglesias.

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ZENIT Staff

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