«Los cristianos en el Kurdistán iraquí están viviendo en condiciones miserables». Así es como el patriarca católico caldeo, su beatitud Louis Raphael I Sako, ha descrito a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) la situación actual de los aproximadamente 120 mil cristianos que se vieron obligados a huir de sus casas y que ahora viven en el Kurdistán iraquí.
«No sólo es el hecho de que tienen que vivir en pequeñas cabañas atestados o –peor aún– en el interior de pequeñas carpas que no pueden protegerlos del frío invierno. Su principal preocupación es su futuro incierto. Tienen miedo porque no saben qué esperar. Quieren volver a casa y no saben cuánto tiempo va a durar esta situación».
El Patriarca Sako ha subrayado cómo las trágicas condiciones de los refugiados –que no saben si van a poder trabajar de nuevo o si sus hijos van a volver a la escuela– afectan a su estado psicológico. Por otra parte, muchas familias están divididas porque algunos de sus miembros ya han abandonado el país, mientras que el resto de la familia también está pensando en la huida.
Hasta ahora la crisis ha durado cinco meses, y durante este tiempo, los cristianos a menudo se han sentido abandonados, sobre todo por el mundo occidental. «Ahora por fin sienten que en el mundo hay personas que se preocupan por ellos. Y esto es gracias a la caridad de la gente normal y asociaciones como Ayuda a la Iglesia que Necesitada que hace mucho por nosotros», ha apuntado.
Su Beatitud ha visitado recientemente la primera de las ocho escuelas –prefabricadas– donadas por AIN. Las escuelas forman parte del programa internacional de ayuda de 4 millones de euros creado por la fundación de la Santa Sede para proporcionar a miles de cristianos iraquíes desplazados alimentos, vivienda, educación y regalos para los niños. «La escuela que visité tiene 24 clases: es un trabajo maravilloso», ha asegurado.»Esos proyectos son signos de esperanza para nosotros», ha indicado.
Por su parte, el obispo auxiliar caldeo de Bagdad, Mons. Shlemon Warduni ha elogiado también la ayuda de AIN a los cristianos iraquíes. El prelado ha visitado en Ankawa algunos de los 150 contenedores de PVC que AIN donó a los refugiados para ser utilizado como alojamiento. «Todas esas estructuras ya están llenas de gente –ha afirmado– con suerte vamos a ser capaces de dar un techo a todos los refugiados. Esto ocurrirá gracias a organizaciones como Ayuda a la Iglesia Necesitada que llevó a cabo un gran esfuerzo para ayudarnos».
Mons. Warduni ha descrito a AIN las difíciles condiciones en que todo el pueblo iraquí está viviendo, especialmente los que pertenecen a minorías religiosas. «Yazidíes y cristianos fueron arrastrados fuera de sus casas y tuvieron que dejar todo lo que poseían. Ahora sufren, mientras que los terroristas del Estado Islámico están ocupando sus propiedades», ha lamentado.
Como la Navidad se acerca, «la Iglesia está haciendo todo lo posible –ha explicado el obispo auxiliar–para ayudar a los cristianos a celebrar el nacimiento de nuestro Señor en condiciones decentes. Vamos a rezar al Niño Jesús para ayudar a nuestros niños, como todos los días oramos a Dios pidiéndole fuerza para soportar este terrible dolor con paciencia y fe».
La Iglesia está presente en Irak desde los primerísimos tiempos del Cristianismo. Pero la comunidad cristiana es cada vez más pequeña. Tras la campaña militar contra Saddam Husein en el año 2003, el número de bautizados ha pasado de 1,6 millones a apenas unos 300 mil. Muchos han abandonado el país por la violencia de los radicales musulmanes. No hay familia cristiana que no cuente con algún mártir o asesinado por los extremistas. Los pocos que se quedaron habían emigrado al norte, a la ciudad de Mosul, donde la convivencia era más estable. Ahora han tenido que huir de nuevo. Ya no se oyen las campanas en pueblos ancestrales de la Llanura de Nínive como Qaraqosh, o Alqosh.
Al menos cinco obispos han tenido que huir de sus diócesis, los conventos y seminarios han quedado vacíos y unos treinta sacerdotes han perdido sus parroquias. «Los cristianos en Irak tendremos un futuro si la comunidad internacional nos ayuda inmediatamente. No lo olvidéis», decía el patriarca Sako, que ha pedido ayuda a AIN para sostener la atención a los refugiados, así como para seguir ayudando en la pastoral ordinaria. Esta fundación pontificia envió el pasado verano varias ayudas de emergencia por un valor de 200 mil euros.
Pero la necesidad sigue siendo acuciante y más ahora con la llegada del duro invierno del Kurdistán. Por este motivo, la oficina española de AIN ha lanzado una campaña de emergencia de 1,5 millones de euros. Estos fondos irán destinados a bienes de primera necesidad, alojamiento, educación, ayuda a la formación de seminaristas, sostenimiento de religiosas y sacerdotes, y regalos de Navidad para los más pequeños.
