Perspectivas religiosas de la vulnerabilidad humana

«Se plantean enormes retos para estas culturas antiguas que están alcanzando la modernidad»

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Por el padre Joseph Tham, LC, MD, PhD*

ROMA, miércoles 19 de octubre de 2011 (ZENIT.org).- ¿Quiénes son los más vulnerables? ¿Cuáles son las actitudes y respuestas adecuadas hacia ellos, especialmente en el campo de la biomedicina?

Estas fueron las cuestiones más debatidas en un taller celebrado en Roma del 9 al 11 de octubre, con expertos provenientes de las seis religiones mundiales: budismo, cristianismo, confucionismo, hinduísmo, islam y judaísmo.

El taller fue una continuación de conferencias similares celebradas en Jerusalén hace dos años y organizadas por la Cátedra de la UNESCO de Bioética y Derechos Humanos.

Vulnerabilidad en la UNESCO

La protección de la vulnerabilidad humana y la integridad personal fue promulgada en la UNESCO Declaration on Bioethics and Human Rights[Declaración de la UNESCO sobre bioética y derechos humanos, n.d.t.] de 2005.

Sin embargo, como destaca el padre Gonzalo Miranda, LC, las agencias de Naciones Unidas en general no toman en cuenta las perspectivas religiosas, a pesar de reconocer que una gran mayoría de la población mundial está afiliada a alguna tradición religiosa.

El padre Miranda representó a la Santa Sede en la UNESCO durante los encuentros que condujeron a la Declaración.

El español destacó en el taller que este principio de vulnerabilidad pasó sin llegar a ser debatido entre los delegados.

El profesor Henkten Have, que dirigió este esfuerzo de la UNESCO en esa época, explicó que la vulnerabilidad es un nuevo concepto en bioética.

Como en cualquier otro documento internacional, se evitaron los términos controvertidos como “persona” y “justicia”.

Sin embargo la vulnerabilidad se aplica no sólo a los individuos sino a las familias y a otros grupos concretos, comunidades y poblaciones. Hay ciertas circunstancias que hacen vulnerables a los individuos y a los grupos.

Este médico holandés, que ahora dirige un programa de ética en la Universidad de Duquesne, explicó además que hay tres tipos de vulnerabilidad.

En primer lugar, identificó la vulnerabilidad biológica, indicando que hay un estado de vulnerabilidad corporal basada en sus rasgos humanos, la fragilidad y las amenazas a la persona.

En segundo lugar habló de una vulnerabilidad social, derivada de condicionantes que resultan de las guerras, crímenes, prejuicios, hospitalizaciones y pobreza.

Y en tercer lugar se refirió a una vulnerabilidad cultural, explicando que hay tradiciones concretas y concepciones de ciertas culturas que clasifican, de forma general o específica, a los individuos o grupos y los hacen vulnerables.

Perspectivas religiosas

Un enfoque particular de esta conferencia fue la comprensión religiosa y cultural de la vulnerabilidad en bioética.

Dieciséis conferenciantes provenientes de China, Francia, India, Israel, Italia, México, Palestina, España, Suiza, Tailandia y USA presentaron documentos sobre como sus tradiciones ofrecen apoyo y protección a los grupos vulnerables, especialmente a los niños antes y después de su nacimiento, a las mujeres, a los discapacitados y a los ancianos.

Estaba claro que, desde el principio, con tantas y tan diferentes tradiciones dentro de cada tradición, surgirían muchos problemas conceptuales.

El contraste entre Oriente y Occidente hace que el debate sea muy interesante y al mismo tiempo candente.

Por ejemplo, de acuerdo con el budismo, la vulnerabilidad no es algo negativo sino un hecho de la vida.

Hay, sin embargo, ciertas tendencias que se pueden detectar. Está el reconocimiento de nuestra condición humana con sus limitaciones que hace un llamamiento a todas las religiones aunque con diferentes nombres: misericordia (hesed) en el judaísmo, ágape para los cristianos, humanidad (ren) en el confucionismo, compasión en el budismo, etc..

Al mismo tiempo, muchos participantes en el taller consideran que la formulación de la vulnerabilidad basada en los derechos humanos es demasiado individualista.

Esto es algo ajeno a las religiones mayoritarias, donde el “yo” no existe de forma aislada, sino que está inmerso en una red de relaciones (familia, amigos, comunidades religiosas y sociedad).

El énfasis en la petición de que los derechos de aquellos que son vulnerables sean protegidos o que se les dé especial atención es criticado como una idea predominantemente liberal occidental, que en bioética se traduce en el sentido de la autonomía y de la libre elección.

En contraste, el confucionismo pone más énfasis en las decisiones familiares. Esto se recoge de formas diferentes en el hinduísmo, el islam y el judaísmo, que hablan más de los deberes que de los derechos hacia los débiles y menos privilegiados.

Las tres ramas del cristianismo representadas en el taller no se sentían totalmente cómodas con la exaltación liberal del individualismo subjetivo.

Esto no quiere decir que los derechos individuales no sean importantes. En las sociedades democráticas actuales, las leyes han sido diseñadas para proteger a los individuos y a las comunidades contra la esclavitud, la discriminación, la tortura o el genocidio.

Sin embargo, se plantean enormes retos para estas culturas antiguas que están alcanzando la modernidad, se constató.

Por ejemplo, en La India es necesario renunciar al sistema de castas ya que es injusto y discriminatorio, a pesar de que esta arraigado en la tradición milenaria del hinduísmo.

Las tradiciones islámicas de leyes y costumbres que derivan de la revelación coránica están en actual desacuerdo en temas como el estatus de la mujer o la circuncisión femenina.

En las jornadas también se destacó que l cristianismo se ha enfrentado con la modernidad durante los últimos siglos pasados en un proceso llamado secularización.

Aunque existen restos definitivos de la influencia judeo-cristiana en la génesis de los derechos humanos, hay un disgusto palpable en la inclusión del aborto y del matrimonio de personas del mismo sexo como parte de estos derechos, destacaron los participantes.

Al reunir a expertos de estas religiones, se creó un raro espacio de diálogo donde reinaba una atmósfera de amistad y de respeto.

Como católicos, la encíclica Caritas in Veritate nos ofrece algunas indicaciones sobre como enlazarlas en un diálogo interreligioso para promover una pacífica co-existencia y solidaridad, mientras que se rechazan los peligros de un relativismo cultural o eclecticismo (§ 26).

Este tipo de diálogo y encuentros nos permiten ver a los demás como hermanos y hermanas en nuestra común humanidad.

Esto es más urgente en nuestra realidad globalizada y podemos eliminar sospechas que a menudo causan desconfianza y violencia.

[Traducción del inglés por Carmen Álvarez]

* El p. Joseph Tham es profesor de la Facultad de Bioética de la Universidad Regina Apostolorum de Roma, fellow de la Cátedra UNESCO de Bioética y Derechos Humanos

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ZENIT Staff

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