Perú: El cardenal Cipriani aplaude el regreso de la normalidad democrática

Responde a las acusaciones del escritor Mario Vargas Llosa

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LIMA, 9 abril 2001 (ZENIT.org).- El cardenal Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima, ha expresado públicamente su satisfacción por la «normalidad» con la que se realizaron las elecciones de este domingo en Perú.

Tras los comicios generales, Alejandro Toledo (candidato de «Perú Posible») y el ex presidente Alan García (del Partido Aprista) parecen convertirse en los dos candidatos únicos a la presidencia en la segunda vuelta.

La Oficina Nacional de Procesos Electorales, ONPE, informó la noche del domingo que los primeros cómputos oficiales daban a Toledo el 36,38% de los sufragios, seguido de García con 25,70%. En tercer posición, y excluida de la segunda vuelta, queda Lourdes Flores, con un 24,01%. El anuncio se hizo con tan sólo el 12% de los votos contados, de modo que hay un pequeño espacio a sorpresas que daban todavía esperanza a Flores.

Según lo establecido por la ley, la segunda vuelta deberá celebrarse antes de 45 días para que el presidente electo pueda asumir el cargo el 28 de julio, sucediendo al presidente Valentín Paniagua, designado presidente provisional en noviembre tras la destitución de Alberto Fujimori, quien se ha exiliado en Japón.

En las elecciones de ayer participaron unos 14,9 millones de peruanos, que votaron por un nuevo presidente y la renovación de los 120 escaños del Congreso unicameral.

Tras confirmar su satisfacción por el regreso de la normalidad democrática al país, el cardenal primado de Perú ha lamentado el que la ignorancia haya llevado a algunos malinterpretar su servicio pastoral.

El cardenal Cipriani recordó que «este proceso electoral es el final de una larga y dolorosa trayectoria» y señaló que el principal ganador de las elecciones debe ser, en adelante «la tolerancia y el respeto mutuo».

Ante las preguntas de la emisora nacional «Radioprogramas del Perú» sobre la existencia de una campaña en su contra, Cipriani reconoció que «existe una falta de respeto contra algunas instituciones entre ellas, la Iglesia».

Posteriormente, en diálogo con la agencia de noticias Aciprensa, con sede en Lima, el purpurado peruano se refirió a unas declaraciones realizadas por el escritor Mario Vargas Llosa al diario español «La Vanguardia», en las que le acusaba de complicidad con el régimen de Alberto Fujimori.

El cardenal Cipriani considera que el largo alejamiento del escritor –que se ha durado casi una década– explica el «que no conozca bien lo ocurrido en el país y menos en la Iglesia en el Perú».

El purpurado recuerda que «desde el primer momento fui de los primeros en declararlo públicamente, como afirmé en el diario «El Comercio», que tenía «el orgullo de no conocer al señor Vladimiro Montesinos»», el jefe de los servicios de seguridad que creó la red de corrupción que rodeó al régimen de Fujimori y que actualmente es buscado por la justicia.

«Tanto es así –añade el cardenal– que nunca lo vi, ni lo saludé y mucho menos traté nada de nada que le permita a Vargas Llosa adentrarse por el camino de las suposiciones que dañan la justificada honra que todos merecemos».

El arzobispo de Lima evoca también sus serios desencuentros con el gobierno anterior en terrenos «como la política demográfica, las esterilizaciones, el intento de educación sexual anticatólica que se pretendió imponer».

Además, recordó que el 28 de julio pasado «cuando el presidente Fujimori asistía a la misa de «Te Deum» para asumir su tercer período, denuncié «un enorme poder tutelar que asfixia la vida del país y que no se debe tolerar por el daño que causa, especialmente al Poder Judicial»».

«Fue el inicio del derrumbe y esto lo puede preguntar a mucha gente del Perú», agregó el arzobispo de la capital peruana.

El cardenal Cipriani lamentó finalmente la existencia de una corriente generalizada «de personas que no se profesan católicas», pero que son «especialistas en criticar a la Iglesia y clasificarla con criterios ajenos a su verdadera naturaleza». Por último, señaló que ha intentado, aún sin fortuna, hablar personalmente con el escritor para hacerle comprender la naturaleza de algunos acontecimientos del pasado.

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ZENIT Staff

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